Remus Lupin ha regresado a trabajar a Hogwarts y desde entonces nada es lo mismo en el mundo de Hermione. Harry y Ron no sospechan nada pero Draco Malfoy sí, y no permitirá que un hombre lobo se interponga entre él y el objeto de su deseo. ¿Quién ga...
Una fría gota chocó contra la piel de la castaña. Notándolo, Remus se metía un poco de su postre en la boca y la miraba fijamente.
-¿Qué sucede?- preguntó luego de pasarse el bocado.
- He sentido varias gotas- dijo ella levantando la mirada- ¿tú no? O serán ideas mías...
El hombre levantó un poco la vista observando el cielo; era cierto, de pronto un manto de nubes espesas había tapado la bonita noche estrellada. Un par de gotas ahora lo alcanzaron a él.
- Sí... tienes razón, está lloviznando- dijo con algo de lamentación- es una lástima... la estábamos pasando muy bien....
Hermione también se lamentó internamente, la lluvia arruinaría una gran noche. Entonces una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
-¿Por qué habría de acabar ahora?
Ambas cejas de Remus se levantaron graciosamente dándole un aspecto más joven.
-¿Ah no?- inquirió. La chica negó con la cabeza aun sonriendo y continuó:
- Claro, a menos de que tú quieras que así sea...- un pequeño puchero se dibujo en su rostro. Remus soltó una risita divertida.
- ¿Por qué iba a querer que se terminara si pasé casi toda la noche convenciéndote de que vinieses conmigo?- volvió a reír pero esta vez seguido de Hermione.
- Disculpen, nos han avisado que se acerca una tormenta... vamos a cerrar, ¿quieren esto para llevar?- les preguntó el mesero. Remus miró a Hermione consultándole, ella se encogió de hombros.
- No, está bien. Déjelo así, muchas gracias.
Se levantaron y caminaron hacia el lugar donde Remus había estacionado la moto de Sirius. Miró a Hermione, y tras darle un corto beso en los labios la ayudó a subir.
- Creo que sé a dónde podemos ir- le dijo.
Remus puso en marcha el vehículo y a toda velocidad fueron de regreso a Hogsmeade; si no se daban prisa la tormenta los atraparía.
Hermione sintió un leve cosquilleo cuando se percató de a dónde se dirigían: la Casa de los Gritos. Ese lugar no le agradaba mucho a pesar de que sabía perfectamente que nunca estuvo embrujado. La simple apariencia la asustaba un poco, al igual que a la mayoría de la gente.
Un ralámpago iluminó momentáneamente el cielo y se soltó una ventisca.
Remus estacionó la motocicleta en el pórtico de la entrada.
- Llegamos justo a tiempo, será mejor que entremos- dijo mientras ayudaba a Hermione a bajar del vehículo. Se refugiaron bajo el techo de la entrada y él abrió la puerta con un hechizo.
La lúgubre estancia estaba totalmente a oscuras y podía percibirse el olor a humedad.
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