Capítulo 20

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Los pájaros cantaban, el sol saludaba a todos los habitantes de Karmaland con sus rayos y la brisa abrazaba a todos. Entonces, ¿porqué un aura de dolor y oscuridad rodeaba a los atrapados en Karmaland?

La respuesta es simple: Hoy era el funeral de Lana.

Todos se encontraban en casa de Vegetta, ya que habían decidido vivir todos juntos allí por si acaso alguien viniese a atacarlos de nuevo. Estaban listos para salir, todos en sus trajes y ropajes de color negro, todos, excepto uno.

-Borja... Tienes que salir, sé que te duele lo de Lana, a todos nos duele, pero tienes que venir a su funeral. - habló el "líder" de aquel extraño grupo de héroes, el cuál ya podía hablar, pero no moverse.

-No... La velaré desde aquí...

Fargan, el cuál llevaba la silla de ruedas de Vegetta, lo miro y dijo:

-Si no vienes acabarás arrepintiéndote. Sé que la echas de menos, pero, también sé que ella quisiera que tú fueras y dijeras unas palabras.

Luzu empezó a llorar a la par que se levantaba y salía, en silencio, de la casa.

Sus compañeros lo siguieron, obviamente también apenados, dirigiéndose hacia el cementerio de aquel pueblo que tanto les había dado, pero también quitado. Allí ya se encontraban bastantes pueblerinos, todos vestidos de negro, siendo algunos los que dejaban ramos de coloridas y preciosas flores al lado de la tumba de Lanita.

El castaño al ver esto no pudo evitar llorar aún más fuerte, cayendo de rodillas al suelo y empezando a temblar. Eliza se acercó a él, abrazándole, a la par que acariciaba la espalda de su "madre".

-Ma...Luzu, lo siento mucho.

El oji azul, sin contestar, abrazo a su hija, susurrando un pequeño "gracias" en su oído.

-Para todo lo que necesites Mami Luzu. ¿Te puedo llamar así?

-Cla-claro que si Honey. - contestó el castaño, para luego seguir llorando mientras que la gente del pueblo simplemente lo veían con pena.

La de mecha amarilla ayudó a su progenitor a levantarse, caminando abrazados hacia la tumba, dando así comienzo al funeral de una de las personas más amables y generosas que habían vivido en Karmaland.

-Hoy, nos reunimos aquí- empezó Merlon- en este fatídico día, para despedirnos de una de las personas más amables de este pueblo: Lana. Ella era una chica dulce, generosa, valiente, amante de los animales que jamás dudó en ayudar a los demás, fuera en alguna cosa sin importancia como en algo de vida o muerte. El recuerdo de esa bella mujer nos acompañará a todos hasta el final de nuestros días.

El viejo verde suspiró, antes de continuar:

-Y aunque ella no esté aquí entre nosotros, estoy seguro de que nos está observando con una preciosa sonrisa desde el lugar donde está, un lugar mejor, donde nos esperará y cuidará pacientemente hasta que llegue el día en el que nos reunamos por fin con ella.

¿A alguien le gustaría dedicarle unas palabras?

Todos miraron al castaño, el cuál con los ojos cristalizados, miro al suelo, negando con la cabeza.

-Mami Luzu... Sé que a ella le encantaría que le dedicaras unas palabras- dijo Eliza cogiendo la mano de su "madre"- Yo estaré todo el rato a tu lado, ¿ok?

Borja suspiró, rindiéndose finalmente y asintiendo, empezando a caminar hacia la tumba de su esposa junto con su hija.

-Lana... ¿Qué puedo decir sobre ti que nadie sepa ya? ¿Qué eres una persona maravillosa, cariñosa, amable y llena de vida, que todo lo que quiere es que los demás sean felices? ¿Qué con solo pensar en ti o con un roce de tu mano alegras cualquiera de mis días? ¿Qué fuiste, eres y serás el amor de mi vida?- los ojos del castaño se llenaron de lágrimas empezando estás a rodar por sus pálidas mejillas, pero, continuo al sentir como su hija apretaba su mano con suavidad- Recuerdo el día que te conocí (no sabemos como se conocieron así que solo síganos el rollo, ¿ok?) ese fue el día más feliz de mi vida. Tu sonrisa, tu melodiosa voz, todo me fascino de ti. Y ahora... No sé qué voy a hacer sin que tú estés a mi lado... No teníamos todas nuestras vidas planeadas, nuestro único objetivo era ser felices juntos, formar una familia y estar juntos durante todas nuestras vidas... Y de un día a otro te me has sido arrebatada... Yo no sé qué voy a hacer sin ti... Tú eres mi pareja, mi mejor amiga, mi todo. Mi vida ya no tiene sentido ahora que tú no estás a mi lado. Pero, sé que tú hubieras querido que siguiera adelante, que yo fuera feliz y que...Me volviera a enamorar. No te prometo que pueda hacerlo, pero, si que te juro que lo intentaré...Hasta el fin de mis días, donde me podré reunir contigo una vez más y volver a sentirme como el día que me enamore de ti. Te amo Lanita, siempre lo haré.

Y después de esas palabras, lo único pudo hacer Borja Luzuriga fue seguir llorando, mientras todas las voces que tenía en la cabeza lloraban a su lado.

(...)

-Eh, despierta... - oyó un leve susurro a lo lejos.

La chica corría en la oscuridad, confundida y aterrada. No sabía cómo había llegado a ese punto, intentaba recordar, pero era como si todas sus memorias hubiesen sido arrebatadas, ahora lo único que podía hacer era intentar buscar alguna fuente de luz que iluminara su camino.

-Lana...Despierta.

Siguió corriendo, viendo a lo lejos un leve punto de luz, yendo hacia él con desespero. El punto se acercaba, pero, se alejaba por momentos. Estaba confundida, ¿cómo había llegado allí?

-¡Despierta!- la voz se oyó por todo el lugar cosa que dio fuerzas a la joven atrapada en la oscuridad.

La chica abrió los ojos de repente, mirando a todos lados, en busca de algo, o más bien... de alguien.

-¿Te encuentras bien? Te trajeron aquí hace un par de horas y ahora es que consigo que despiertes - se oyó la voz de una chica en el lugar, a lo que Lanita se giró para verla.

-Who are you? Where are we?

-Eeeh, a ver... Mi nombre es Milagros y soy parte de la organización que os estaba buscando y la segunda pregunta lamentablemente no te la puedo contestar, porque no lo sé.

Lana miró alrededor viendo cómo se encontraban en una celda de hormigón, sin ventanas ni nada que les pudiera decir donde se encontraban, siendo iluminada está por un par de lámparas atornilladas a la pared.

La joven por auto reflejó se tocó la barriga sintiendo como el bulto que era su futuro hijo seguía ahí. Suspiró de alivio, pero al oír pasos provenientes de fuera de la celda, su cuerpo se tensó de nuevo.

-Bueno, Bueno, Bueno... Veo que ya despertaste Lana. Pero no te preocupes, por hoy estarás libre de castigo, ya que hoy te toca a ti Milagros.

La rubia se levantó, colocándose enfrente de la adolescente.

-Don't you dare to touch her.

-Lo siento, no hablo taka taka- dijo el hombre riéndose de su propio chiste sacando algo de su cinturón...Una pistola.

El chico apuntó al estómago de Lana y dijo amenazante:

-Apártate o disparo.

-No te preocupes... Estaré bien- dijo Milagros apartando ligeramente a la embarazada y caminado hacia el armado.

El hombre río, apretando el gatillo, demostrando así que la pistola estaba vacía. Agarró a la joven del pelo, tirando de este mientras que salía de la jaula, cerrando la puerta detrás de ellos, llevándose a la adolescente a un lugar desconocido.

(...)

Aisaah se encontraba caminando por su urbanización, dirigiéndose hacia su casa con bastante rapidez, ya que en 5 minutos tenía una reunión con la AYP. El sonido de una rama rompiéndose la alertó, pero, pensó que no era nada así que siguió como si nada.

¿Acaso la gente no aprende?

El sonido de un golpe hizo que la joven se girara, viendo como un hombre completamente de negro se había tropezado con la acera, cayendo así al suelo. Aisaah empezó a correr, asustada, siendo seguida por el hombre.

El señor sacó de su pantalón un taser, apuntando hacia la joven de pelo rizado y disparando, haciendo que Ana Isabel cayera al suelo, electrocutada, permitiendo al hombre de negro cargarla hasta una furgoneta negra, la cual la llevaría hasta el mismísimo infierno.

Y cuando la electricidad dejó de fluir por el cuerpo de la morena, esta fue golpeada en la cabeza, haciendo que todo su alrededor se volviera negro


Atrapados en Karmaland 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora