Ivonne.
Entreabrí los ojos y aspiré el olor de Harry, sus dedos acariciaban mi cabello mientras mi mejilla permanecía recostada sobre su pecho. Sonreí al ver sus tatuajes y él suspiró.
–Buenos días, mi pequeña.
–Buenos días, papi. ¿Qué hora es?
–Temprano –dice y luego besa mi cabeza –sigue durmiendo…
Frunzo el ceño y levanto la cabeza para mirar el reloj de su mesa de noche, ¡las nueve de la mañana!
–¡Harry, tengo que llegar a casa!
–Chisssss, Ivonne. No me grites, joder. Cálmate, le he enviado un mensaje a tus padres que estás en casa de una amiga.
–¿Qué amiga?
–Estaba en tus favoritos, en llamadas. Así que dije que ella.
–¿Qué amiga? –repetí.
–Michelle.
–¡Joderrrr!
–No tienes edad para la boca que tienes.
–Ni tengo edad para follar contigo, grandulón.
Él me fulminó con la mirada y yo me reí. Besé su cuello y mordí su mandíbula mientras él me acariciaba la espalda.
–¿Vas a marcarme? –preguntó y yo sonreí
–¿Debería?
(…)
Papi sostenía mi mano mientras caminábamos por las tiendas, él me había comprado varios vestidos casuales, faldas, camisetas, blusas, e incluso zapatos. Después de todo, él era el mayor ¿no?
–¿Quieres un helado, gatita?
–Quieres hacerme engordar, ¿cierto?
Él alza una ceja y me mira de arriba hacia abajo –Sí, estas demasiado delgada.
–¡Harry!
–Bromeo, mi pequeña. Estás más que perfecta.
Perfecta…
Me abracé a su brazo y miré la hora, ya era tarde. Harry me llevó a casa y al sentarme a su lado, enseguida colocó su mano sobre mi muslo haciendo un gesto posesivo.
–Papi… ¿vendrás por mi mañana?
–No. Tengo cosas que hacer.
–¿Qué cosas? –pregunto, frunciendo el ceño
–No es asunto tuyo, Ivonne.
–Estas siendo un imbécil.
–¿Perdón?
–Que estas siendo un…
El freno de la camioneta hizo que yo cerrara los ojos, apretando con fuerza.
–Hasta pronto, Ivonne.
Lancé un gruñido y le lancé las bolsas. –¡Idiota, idiota, idiota!