8 - ¿Tengo que llamarte papi de nuevo?

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«Puedo ser tu muñeca china, si quieres verme caer, cariño, eres una droga,

Eres adorable a morir, me dejas en claro que la vida es bella, la gente cree que lo tengo todo, no tengo nada sin tí, todos mis sueños y todas las luces no significan nada sin tí...»

Harry.

 Dos meses después...

La campaña había finalizado perfectamente, las recaudaciones fueron hacia la fundación de mi padre, y todo salió como se esperaba. Nos reuniríamos para la celebración en un bar cerca de casa de Miles, junto con mis socios, coloqué la ropa sobre mi sillón de cuero y me dirigí hacia la cocina a prepararme un tazón de cereal.

Sobre la isla de la cocina, vibraba mi móvil con el número de Marcie. Atendí la llamada y sonreí.

–Buenos días, Marcie

–Hola, Harry. ¿Cómo va tu mañana? –dice, con tono alegre

–Todo genial, ¿a qué se debe tu llamada?

–¿Estás libre para el almuerzo?

–Claro. ¿Estás invitándome a almorzar?

–No me has dejado terminar –ríe y por consiguiente, sonrío

–Vale... sí, estoy libre.

–¿Te gustaría ir a almorzar conmigo?

–La duda ofende, Marcie. Claro que sí, me encantaría.

–¿Te parece a la una?

–Perfecto, paso por ti.

–De acuerdo, nos vemos.


 (...)


Hace semanas que no hablaba con Ivonne, las semanas sin ella estaban comenzando a hacerse difíciles para mí. Me duché, me afeité y me saqué, logré oír mi puerta abriéndose y fruncí el ceño, amarré la toalla a mi cadera y caminé hasta la sala.

–¿Tendrás una cita con mi hermana?

–Me temo que eso no te incumbe, gatita. ¿Qué haces acá?

–¡No voy a permitir que salgas con ella! –chilló y yo me reí. –¡No te rías, imbécil!

–Vale, lo siento. Pero necesito, que tomes un taxi y vayas a tu casa, porque necesito salir exactamente dentro de media hora, y no puedo cambiarme si estas acá.

–No saldrás con mi hermana, Harry. Estoy hablando en serio. Así que toma tu maldito teléfono, ¡y cancela esa cita!

–Si iré y no cancelaré mi cita con Marcie. Sólo hablaremos como amigos, Ivonne.

–Sí lo haces, olvídate de mí. –soltó en una amenaza barata.

–No podrás olvidarte de mí tan fácil, gatita. Tú lo sabes. –digo caminando hacia mi habitación

–¡Pruébame!

–Mhmmm, ¿cómo?

Pregunto y me acerco a ella, su cara sigue enrojecida a causa de la rabia. Ella me miraba con rabia, pero cuando toqué su brazo, su cuerpo se relajó y yo pude acercarme a su cara y besarla.

–¿Por qué no me habías llamado? –susurró

Acaricié su mejilla y me deleité por unos segundos viendo el gris de sus ojos –Porque pensé que ya no querías verme.

Ivonne «h.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora