Había pasado 1 año, 4 meses, 2 semanas y 3 días. Extrañaba sus labios y sus besos. Extrañaba sus manos y sus caricias. Extrañaba su voz y la manera en que pronunciaba mi nombre. Sus ojos y aquella intensidad con la que me miraba. ¿Estaría bien? ¿Me extraña? ¿Piensa en mí? ¿Me desea?
¿Me ama?
Los chasquidos de los dedos de mi madre estufó tal pensamiento. La miré hipnotizada aún y sonrió con melancolía, desde que él se fue, nada volvió a ser igual... Mi madre no confiaba en mí, mi padre no me veía con los mismos ojos; ya no era su niña. Y mi hermana, bueno, mi hermana sólo me odia.
–¿Tienes hambre, querida? –pregunta mamá con dulzura. Sonreí y negué con la cabeza. –Vale, cualquier cosa dejaré la comida en el microondas, ¿vale?
Asentí y me dispuse a leer tranquilamente. Al pasar de unos 15 minutos, mi celular vibró y tomé la llamada sin consultar quien era.
–¿Bueno?
–Hey, Ivy. ¿Cómo estás? –era Denny. Nos habíamos hecho muy amigos, luego de salir del instituto, Denny y yo pasábamos mucho tiempo juntos debido a que trabajábamos en la misma tienda de reparación de móviles.
–Todo genial, ¿y tú?
–Genial, oye, ¿estás ocupada o harás algo en la noche?
Reí y respondí con voz juguetona –¿A dónde me llevarás?
–B...B-Bueno, pensé que tal vez podríamos ir por pizza y pasar el rato.
–Claro, ¿a qué hora pasas por mí? ¿Te parece a las ocho?
–Vale, vale, nos vemos.
***
Denny yacía encima de mí, besando mi cuello. Todo era tan desesperado, tan rudo. Tal vez eso era lo que quería en realidad, tal y cómo lo hacía él, como lo hacía Harry.
–Me encanta tu piel. Tu olor... Me vuelves loco, Ivonne.
Cerré mis ojos, y me dejé llevar. Bajé mis manos a sus pantalones de jean en un falso intento de bajarlos, ya que terminó haciéndolo él mismo, quité su playera y cuando Denny bajó mis bragas, todo dio vueltas.
Denny no era él. No era mi papi.
Chillé y lo empujé –¡Quítate! ¡Hazte a un lado!
Denny me miró como si fuese una bestia recién mandada por el mismo satanás.
–¿A qué mierdas juegas, Ivonne? Llevo más de un puto año tratando de conseguir una cita, pensé que conmigo podrías olvidarlo, ¡olvidar a ese maldito imbécil que te dejó así sin más! ¡pero no! –sentí una presión en el pecho y traté de acercarme, él tomó sus prendas y se las colocó –Me coqueteabas, me... me hacías sentir alguien para ti... yo de verdad quería tenerte, ¿sabes? Pero veo que todo esto es un juego para ti. Incluyéndome. Pero no, Ivonne, no soy un juguete, ya no más.
Tras decir aquello, se fue. Tan solo se fue.
Harry.
Melanie, mi hermosa sobrina, saltó a mis brazos tal y cómo lo hacía justo después de cada cena. Con 6 años era una niña muy inteligente, cariñosa y madura, amaba las horas con ella. Era relajante hablar con ella al llegar de aquella maldita empresa, llena de preocupaciones y estrés.
–Tio, creo que estoy enamorada. –confesó en mi oído. Reí ante aquella absurda suposición y respondí:
–¿Por qué lo crees?
Ella me miró, y sonrió –Siento lo mismo que siente mamá cuando ve a papá por las mañanas. Sólo que él tiene 6 años también y aún no sabe que me ama, pero lo hará, tío, y nos casaremos dentro de unos días, y tendremos un perrito llamado Timmy. ¿Y tú, tío?
–¿Yo qué? –repliqué con curiosidad.
–¿Estás enamorado?– Reí y negué suavemente, besé su frente y la llevé a su habitación. Antes de dejarla sobre la cama, su pequeña mano tomó la mía y me hizo sentarme a su lado –No has respondido, tío. ¡Mamá dice que hará que te enamores de tía Chelsea! Pero ella no me gusta para ti, muy vieja.
–Vale, enana, tranquila. No me enamoraré de tu tía Chelsea, ahora, a dormir, tus padres me dejaron al cargo, y soy un hombre muy estricto. ¡A dormir, a dormir!
Ella rió y cerró sus pequeños ojos. Acaricié su cabello y besé su frente, ¿qué haría sin esta pequeña niña?
Mi mente quedó en blanco por unos segundos y me quedé mirando fijamente a la pared.
–¿Te han dicho lo guapo que eres? –susurró mi niña, subiéndose en mi regazo.
Oh mi dulce niña, tan hermosa, tan malcriada, tan perspicaz...
Guiñé el ojo y la atraje hacia mí –¿Te parece? Es decir, obviamente lo soy, pero me encanta que me lo digas, y más aún cuando ese lindo culito tuyo está encima de mí.
Ella rió y besó mis labios... Eran tan suaves, tan dulces. Bajé mi mano hacía sus bragas, introduciéndola y sintiendo su caliente humedad, ella gimió suavemente y abrí sus labios, frotando su sensible centro. Mientras me besaba, sus gemidos sobre mi boca me excitaban cada vez más. Una y otra vez...
–Me encanta, papi. Hazme venir... Hazlo.
Abrí los ojos y me levanté de golpe, esto no podía ser. Era hora de dejarla ir.
–¿Tío, estás bien?
–Sí, sí. Buenas noches, princesita.
Corrí hacia la habitación de huéspedes, dudando de si ir a mi departamento y aceptar la llamada de Chelsea, la mejor amiga de mi hermana. ¡Maldita sea!
–Mi niña... ¿Qué me has hecho? ¿Por qué no logro sacarte de mi sistema?