семь

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La infiltración en la mafia le tenía agotado y encima había tenido que aguantar que le hicieran la puta marca esa de mierda que tenían los miembros, un trozo de hierro se había apoyado en uno de sus pectorales, siendo más precisos el izquierdo, ju...

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La infiltración en la mafia le tenía agotado y encima había tenido que aguantar que le hicieran la puta marca esa de mierda que tenían los miembros, un trozo de hierro se había apoyado en uno de sus pectorales, siendo más precisos el izquierdo, justo encima de su corazón pues según ellos esa era "la marca de fidelidad, lealtad y pasión" que se tenía a la mafia.

–¿Gus?– Le preguntó Horacio tímido asomándose por la puerta de la oficina. Agradecía haber podido arreglarse con su hermano tras una larga charla en la que los dos sacaron el cajón de mierda al aire y a pesar de que se habían herido en esa charla también se sentían en paz consigo mismo, ya no habían secretos entre los dos.

–¿Qué pasa, cabeza de escoba?– Dijo juguetón mientras le hacía señas a su hermano de que pasará al interior del lugar.

–Payasoooo... ¿Podrías cubrirme? E-es que hoy Ford me invitó a salir y...– El pelinegro lo calló antes de que siguiera hablando y asintió con una sonrisa en su rostro.

–Anda carepinga, vete que se nota que entre ese Sheriff y tú hay mambo. Pero Horaciossss deja un poco para el pueblo coño, te traes a medio LSSD loco.– Palmeó una de las nalgas del menor y fue testigo de la sonrisa alegre que esbozo el de crestas. Sabía que Horacio no tenía muy buena autoestima aunque si un poco más que él y por ese mismo motivo trataba de animarlo siempre que podía para hacerle sentir bien.

–¿Aún te gusta el rusky?– Preguntó antes de que el más alto de los dos saliera del lugar.

–Que va, ya comprobé lo que tenía que comprobar y además me estaba volviendo un puto obsesionado de mierda con ese bobo.– Contesto.

–Oh, vale, vale. Vete a jugar al teto, clown.– Vio salir al peli-morado y se dejó caer en su silla. Joder, ahora tendría que hacer el trabajo de Horacio y para su mala suerte le tocaba verse con el hijo de mil putas de Volkov.

–Que le jodan a ese ruso.– Murmuró con algo de rabia. Él ni siquiera sabía todo lo que había pasado y no se tomaba la molestia de permitirle demostrarle que había cambiado aunque, tampoco era que necesitara demostrarle a alguien algo. Él sabía quién era y aunque le costaba aceptarse y quererse a si mismo, tampoco permitiria que le faltasen al respeto de la manera en la que lo hacía el soviético, ya no.

–Congueeeisssssss ¿Iré a la comisaría, okey viejo? Para que no se preocupe por mi.– Le envío un audio a su padre y se partió el culo cuando recibió un audio por parte contraria en el que le gritaba: HIJO DE PUTA, CAPULLO, MAMÓN, ANORMAL DE CARRITO, GILIPOLLAS.

–Uy, cuidao con el marcapasos señor mayor.– Le respondió por voz y apagó su celular. Saliendo de la sede en la motocicleta que su padre le había regalado.

–¡APARTAAAAA HIJO DE PUTA!– Gritó cuando se vio casi arrollado por un maldito camión de basura y fue cuando paso cerca de la ventana del conductor que le saco el dedo del medio y al estirar su brazo sintió la herida de su pecho rozar con la tela de su camiseta haciéndole soltar un gimoteo adolorido.

→You broke me first | VolkaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora