→You broke me first | Volkabo

девятнадцать

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Anteriormente en "You broke me first".

—Vik...— Mencionó sobre sus labios jadeando con su respiración agitada pero, el nombrado no le dio tiempo a tomar aire pues atacó con voracidad sus labios, presionando la cintura ajena para provocar que abriese su boca intentando gemir pero, siendo callado por su lengua, que se abría paso en esa cálida cavidad bucal del más bajo, que solo se dedicaba a intentar seguirle el ritmo a la par que se acercaba un poco más a su cuerpo en busca de más contacto corporal.

—Joder...— Gruñó al notar lo caliente que su cuerpo se encontraba por los movimientos de cadera que García había empezado a hacer justo sobre su entrepierna, restregando su miembro en medio de sus dos nalgas, frotándose con el de manera pecaminosa y sucia.

—Te voy a demostrar a ti y a tu cuerpo que siempre han sido míos. Que solo yo puedo hacer que tiembles debajo de mi.— Las palabras del soviético hicieron que un escalofrío eléctrico recorriera toda la columna vertebral del rubio, soltando un jadeo ahogado que calentó mucho más a ambos. Gustabo excitado por lo ronca que era el tono de voz del ruso y Volkov extasiado con los gemidos sensuales y agudos que se escapaban rebeldemente de los labios del rubio. Sus manos se metieron por debajo del pantalón ajeno y atravesando la ropa interior en el recorrido y tocando la piel suave que componían los glúteos del menor. Apresó estos con fuerza entre sus grandes manos, consiguiendo que Gustabo apoyara la frente sobre su hombro, clavando sus uñas sobre la tela de la camisa del superintendente.

—¿Tan necesitado estás, cariño?— Sonrió malicioso, bajando los pantalones de un solo tirón y dejando expuesto el bulto semi-erecto que se dejaba entrever por la fina tela del boxer del más bajo.

—¿En serio? ¿Gatitos?— Se burló al fijarse en el estampado de gatitos blancos sacando la lengua sobre un fondo rosado pálido que contrastaba de la mejor manera contra su blanquecina piel y sus mechones dorados. Gustabo mordió la oreja del policía, susurrando tímido un "Cállate hijo de puta, aún así te gusto." Una nalgada no esperada impacta con brusquedad sobre los glúteos del de descendencia americana. García se encuentra exaltado y curioso porque aquella sensación de placer mezclada con dolor le había llamado la atención, buscó más atenciones de ese tipo y el de cabellos grisáceos no tuvo otra opción que complacer a su niño.