Después De Un Beso.

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Textos escritos en tu piel nocturna.

{{Lírico}}

Después, todo sucedió y no hubo preguntas,
cerré la puerta para que no entraras
a investigar lo que oculto en el desván,
en la oscuridad de mis secretos ¿Pero sabes?
¡No hay nada que ocultar después de un beso!

En el instante de probar tus labios
se abrió un paraíso y se cerró el infierno.
Que mágico es sentir la humedad de tu boca,
el terciopelo de tu barba sin trasquilar
y respirar tu aliento fermentado de viñedo.

Y otra vez salí a la calle a relajarme,
a pensar en cosas que nunca pasarán,
y caminé despacio sin importarme el cielo;
después de todo, en tus ojos se origina el universo.

Regresa conmigo a pintarle estrellas a la noche,
a inventar un nuevo credo para los hombres.
Le tengo fe a los traidores y desconfianza
o los que aceptan sus errores.

Todo es distinto después de ti:
al mar lo recorren los camellos y en el desierto
flotan los cruceros.
En el cielo desovan las tortugas y en el suelo migran los vencejos.

Es corto nuestro tiempo y largo el recorrido,
no es suficiente el surco para el grano,
ni el labrador para el arado,
y aunque mañana la espiga bese al sol,
el viento de la tarde la arrancará los frutos.

Yo aprovecho el momento mágico,
el momento de mi exaltación,
el momento de decir, ¡Te amo!
Cada palabra es efímera,
pero la intención es perdurable.

Te doy mi hombro para que descanses,
mi aliento para que respires,
mi almohada para tu remanso,
en fin, te doy todo mi ser para que me olvides.

Ahora duermo en el jardín nocturno
de tu piel y lo rocío con el agua de mis poros.
Tu belleza florece soberbia, día a día,
y yo le aporto mi llovizna de solera.

Almendro párvulo, en tu aroma se ocultan las orugas voraces que incuban mis deseos.

Jorge Martínez C.
       Autor

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