Noche.

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>{Lírico}<

¡Oh Noche, noche donde mueren sentimientos!
Noche larga, noche que ilustra por momentos
tu figura en la estancia de la negación y un grillo salta a la hoguera de mi inspiración y canta, canta con el brío del incendio;
es un canto de agonía, el osado himno del valor.

Aire nocturno, aire que acaricia vigoroso
a mi silueta fantasmal, pero no me conmueve,
no siento casi nada desde que te volviste todo
para luego desvanecerte como un lirio en el  lodo.

Noche de amarguras porque se vacío la luna
de tu mirada bizarra, de tu alma fría.
Sí, noche incisiva que no da tregua, que goza
el olor a sangre de mi incongruente poesía.

Es para ti este río colosal de versos escarlata.
Mi inspiración discurre de tus labios carmín,
inspiración contenida que violenta se desata
y se desboca en una carrera que no tiene fin.
No se que quiero alcanzar, si no hay nada que perseguir.

Sin embargo, tu sombra me empuja a proseguir,
tu sombra maldecida por el ocaso de mi aliento.
A partir de ti respiro, y me siento vivo, pero lo  lamento,
y salgo nuevamente de mi oscuridad para iluminarme con el sirio del resentimiento.

Ardes en la cera excretada de mis poros,
tu recuerdo es inflamable cual luciérnagas
artificiosas, cual los efímeros fósforos,
y crepito en interminables caminos de fuego tras mi caída en tus ciénegas.

A pesar de mi pesar y de tu ausente voluntad,
yo me levanto, pero no abandono la senda ígnea de tu espectro admirable, y me aseguro
de anotarte otra cita en tormentosas contiendas.

Se que sigues aquí, en esta pútrida ciudad,
puedo escuchar tu suspiro artero en la chimenea de las fábricas,
puedo sentir tus manos malignas, sobre mis bragas deslizándose lubricas.

¡Y lo admito, te sigo deseando con sobresalto!
Aunque lastimes y me arrojes desde lo alto
de tus ideales; me miras y no merezco la dócil
retina de tus ojos magros sobre mi faz hostil.

Por esta noche, solo por esta noche, te libero,
te dejo salir del poemario arenoso, acumulado  en el librero,
pero busco el calor de tu compañía en el abrigo que mi codicia oculta en el ropero,
el abrigo de tus juramentos sin religión.

Es por eso que te venero como a un dios oscuro, sin corazón.
y es por eso que al seguir viviendo completo la misión,
la misión de admitir que he fallado, y equivocado te otorgo la virtud de la razón:
Besarte es un acto suculento, un acto que corrompe y no admite remisión.

                   Jorge Martínez C.
                             Autor.

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