Décimo capítulo.

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Martes, 5:38 p.m.

En su mirada se reflejaba la felicidad en su máximo esplendor y en sus movimientos rítmicos su emoción desbordante.

El pequeño ojiverde se movía danzarín alrededor de su madre que solo lo contemplaba con la mayor admiración que podía sentir al ver los ojos de su niño tan brillantes y fugaces ante las luces de las farolas que iban encendiéndose, una por una, creando una hilera de luces cálidas que otorgaban un aspecto familiar a las tranquilas calles de Holmes Chapel.

Había sido, sin duda, un día especial y aquello se podía saber con solo ver la tierna sonrisa de Harry. Niall y él habían pasado tiempo extra, mientras esperaban a la llegada de sus madres, dibujando en una de las mesas junto a la estación de legos. Al parecer, al pequeño irlandés se le daba muy bien el dibujo, puesto que había retratado el rostro de Harry junto con el de él y los había enmarcado en un corazón grande y con bordes bastante perfectos y definidos. Quizá su letra no era tan prolija como la del pequeño ojiverde, pero se podía ver claramente, debajo del gran corazón, la frase Harry y Niall y por debajo de ésta la marca de los dos pequeños pulgares de los niños que, seguramente, fueron pintados con témperas de colores para realizar tal acción.

El dibujo se lo había quedado el pequeño Styles porque Niall le dijo que se lo dedicaba a él y a la amistad que, estaba seguro, floreció desde que sus pequeño dedito se encontró con el hoyuelo en la mejilla de su amigo. Aquel bonito dibujo ahora iba a ser parte de la habitación de Harry, tal y como lo sería Niall en su vida.

Después de cruzar unas cuantas cuadras más, Anne y su pequeño hijo entraron a la cafetería que desprendía, sobretodo, un aroma suave a café recién preparado entre otros postres que adornaban febrilmente, con sus formas y colores diversos, las vitrinas de muestra.

—Harry, cariño, ve a buscar una mesa libre. En un momento estaré contigo. —Le dijo con la voz parsimoniosa mientras soltaba la mano de Harry y se dirigía a la caja receptora frente a la puerta de cristal que, cada vez que entraba un nuevo comensal, soltaba un tintineante sonido debido a la pequeña campanilla colocaba justo sobre la misma.

El pequeño miraba atentamente alguna mesa vacía cuando sintió una mano tomar la suya y antes de voltear la mirada y ver de quién se trataba, halló con su mirada esmeralda una mesa que era desocupada por un par de chicas que acababan de tomar sus malteadas. El pequeño Harry se soltó de inocente roce y se movió rápido hacia el lugar. La cafetería estaba abarrotada de personas para ser una tarde de primavera, sin embargo, no perdía la sensación de tranquilidad que tanto le caracterizaba. Algunas personas leían libros de distinta índole mientras otras conectaban sus audífonos y esperaban que se reproduzca la música para que, posteriormente, inundase sus oídos con la suave melodía que solo su canción favorita les podía otorgar.

Cuando el pequeño ya estaba cómodamente sentado, alzó su frágil mirada y vio a Louis acercarse a la mesa con una bonita sonrisa adornando sus labios. El pequeño de ojos zafiro se deslizó en el asiento frente al ojiverde y simplemente se dedicó a verle bajo la tenue luz que era proporcionada por las pequeñas lucecitas de colores que destilaban del techo del lugar.

Harry, al sentir la mirada intacta de Louis sobre él, se sonrojó sutilmente y desvió su vista a la caja receptora del lugar. Su madre aún estaba haciendo fila en espera de las galletitas de canela favoritas de su pequeño.

Cuando iba a preguntarle un par de cosas a Louis, éste se bajó del asiento y empezó a caminar a medida que se iba perdiendo entre las personas. Harry iba a seguirlo cuando recordó a su pequeño Spaghetti. ¿En dónde lo había dejado? Harry solía pensar que no era bueno dejarlo dentro de su mochila porque suponía que era demasiado oscuro y a Spaghetti no le gustaría pero, de todas formas, buscó ahí. El oso de peluche no estaba. La respiración del niño empezó a agitarse y en sus ojos comenzaron a escocer las lágrimas. En su mente hizo un recuento del recorrido que había hecho hasta llegar a Sweet Look y sólo podía vislumbrar que se había despegado de él cuando llegó a la mesa, momento mismo en que lo había dejado junto a él con sus ojos marrones en dirección al ventanal.

Bajo del sillón rápidamente y revisó bajo la mesa. Quizá Spaghetti se había deslizado y terminó cayendo sin que Harry se percatara de ello, sin embargo, su mirada no se encontró con nada que no fuera los azulejos limpios que reflejaban su rostro preocupado. Cuando se enderezó nuevamente, y estando a punto de correr con su madre, Louis apareció ante él con Spaghetti entre sus manitas, no obstante, el osito se veía ahora mucho más tierno de lo que ya era puesto que llevaba una pequeña corona de flores alrededor de su cabeza.

 —Ahora se ve tan bonito como tú, Hazz. —Mencionó Louis mientras le entregaba el osito a su dueño original. Y Harry hubiera aludido algo a aquello si no se hubiera percatado de lo bonito que sonó su nombre en armonía con la voz de Louis.  Por su parte, Louis simplemente acarició la mejilla, nuevamente teñida de un leve color carmesí, de Harry y caminó entre la gente para perderse entre el mismo tumulto.

Harry iba a correr tras Louis para agradecerle por tan dulce detalle cuando vio a su madre acercarse a él. Decidió dejarlo para después.

—He pedido tus galletas favoritas, cariño. ¿Quieres comerlas aquí o las llevamos a casa? —. Preguntó Anne observando a su niño ensimismado en su osito de peluche. — ¿Cariño? —, volvió a intentar pero al notar la corona de flores perfectamente adaptada a la cabeza de Spaghetti cambió su pregunta. — ¿Y aquella bonita corona de flores? —.

El pequeño Harry no contestó y simplemente levantó las comisuras de sus labios en una tierna sonrisa para después dejar a Spaghetti en su regazo. Iba a contarle acerca de Louis, por supuesto que lo haría, pero primero estaba ansioso por probar las galletitas de canela.

—Te lo diré luego, mami, — dijo Harry mantenido la sonrisa. —Pero, primero, ¿podríamos comer? Me suena la pancita. —Terminó mientras acariciaba su estómago por encima de su camiseta.

La sonrisa de madre e hijo se asemejaba en demasía. Ambas expresiones faciales no solo expresaban la felicidad momentánea, sino también reflejaban que eran el impulso del otro para salir adelante. Anne quizá ya no contaba con Des, pero la mirada sincera de su hijo denotaba que no estaba sola para afrontar alguna que otra dificultad que, como familia, deberían afrontar. Después de todo, Harry era un maravilloso hijo y aún más que eso, una excelente persona que contaba con el apoyo de alguien, también especial, para superar las dificultades del pasado.

N/A: ¡Hey, hermosas personitas! ¿Cómo están? Solo quería pasarme a agradecer sus votos y comentarios, es algo muy lindo de su parte <3 ¡Son muy especiales! Don't forget it.

Bueno, en mi país son las 23:50 p.m, así que ya debo ir a domir. Espero que tengan un hermoso día mañana. ¡Un fuerte abrazo, sweetie!  

Stay With Me ♦Larry Stylinson♦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora