Una densa capa de lluvia aturrullaba el internado. El viento agitaba los cristales de las ventanas y, de vez en cuando, algún trueno no muy lejano interrumpía en la conversación de la sala común. Alrededor de unas cuarenta personas estábamos ahí, aprovechando el mal tiempo para pasar el rato jugando a juegos de mesa, como era costumbre.
Estaba con las chicas de los Diamond: Yanet, Nerea, Kristal y Barbie. Delila nos presentó a su amiga Nicolette. La había visto un par de veces, pero era de un curso más y no habíamos hablado directamente. Vestía con tonos pastel, tenía la nariz respingona y era alta y corpulenta, de talla grande. También se unieron Scarlet y Charlotte, cosa que me alegró mucho ya que solían ser bastante tímidas. Estaba incluso Hayley.
Tras casi una hora turnándonos entre el Monopoly y el ajedrez, nos pasamos al póker, un juego en el que podíamos jugar las diez a la vez y hablar con más soltura. Yo no me enteraba de mucho, así que me puse de compañera con Hayley. Pero, de todos modos, era inútil: era obvio quien iba a ganar. Los Real eran casi profesionales del juego.
Llevaba lloviendo desde la mañana, y hacía demasiado ruido como para concentrarme en el estudio del examen. Hasta me había bajado a la biblioteca con Charlotte y Scarlet para intentar centrarme, pero no había manera. No para de distraerme y pensar en mis cosas. Y, cuando digo mis cosas, me refiero a la noche anterior. Al inesperado beso con Jota.
Me paso la yema del dedo índice por el labio inferior, recordando el enfado y la ferocidad con la que lo aplaqué, y casi no me lo creo... Eso derrumbaba todos los esquemas y expectativas que había instaurado en aquella relación. Sin embargo, una parte de mí se sentía gratificada. Hacía tanto tiempo de la última vez que me había olvidado lo agradable que era besarlo. Sí, contabilizando el paso del tiempo, había sido hacía dos meses, justo cuando aquella fiesta en las lindes del territorio del internado desencadenó en una pelea y Jota me llevó a su casa. Aquella noche en la que dormimos juntos... Eso despierta en mi viejas incógnitas olvidadas, como el hecho de que conducía siendo menor, su increíble casa y su misteriosa familia. En ese momento me impactó, pero no había sido capaz de analizar las connotaciones implícitas que aquellas cosas acarreaban. Ahora que estaba en el mundo de las bandas me percataba de la problemática: a la legua se podía ver que su familia tenía bastante dinero. Entonces, si pertenecía a la clase pudiente, ¿por qué estaba en una banda, si se podía saber?
-¿Cómo? No me lo puedo creer- dijo Scarlet con perplejidad. Era la única del grupo que se había molestado en arreglarse y no iba en pijama. Se había aplicado un poco de maquillaje y llevaba una rebeca verde caqui.
-Qué fuerte tía- comentó Charlotte llevándose la mano a la boca. Aunque fuera con un moño desecho, lucía igual de guapa que siempre.
-¿De qué estáis hablando?
-¿No os habéis enterado?- dijo Barbie extendiendo las manos, con la ilusión que sólo podía ser propia de un cotilleo.
-Dispara, no me dejes con la intriga- insistió Charlotte.
-¡X ha desvelado su identidad!
A Hayley se le cayeron las cartas de las manos.
-¡¿Cómo?!- exclamó.
-¡Sí, sí! Ha salido un chico que está reclamando su autoría- añadió Nerea.
-Yo estaba convencida de que era Jota, pero si lo fuera, Elenna, mi gran amiga, lo sabría y seguro que me lo habría contado- apuntó Delila graciosamente guiñándome un ojo, y yo tuve que morderme la lengua para reprimir una risa que amenazaba con delatarme.
-Ya, si te soy sincera yo también lo creía- asintió Nerea.
-Y yo- dijo Charlotte con una tímida sonrisa.
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Internados: Desvelando los secretos
Romance| Segunda parte de la saga "Internados" | Contra todo pronóstico, Elenna Leiva ha conseguido superar con éxito su primer semestre en el Internado Rowhamsphire rompiendo todas y cada una de las normas. Se ha metido en incontables líos con sus nuevas...