C a p í t u l o 1 6 - Marcando territorio

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Haciendo caso a las indicaciones de Jota, tomé las escaleras a las diez de la noche para bajar a su cuarto. Llamé con impaciencia a la puerta, temiendo que me pillaran en la zona de chicos en unas horas tan tardías. Pronto apagarían las luces.

-Adelante, madame- flexionó las rodillas a modo de reverencia y con la mano me indicó que pasara. Yo puse los ojos en blanco.

-¿Madame?- repetí con sorna- A una señorita no se le pide ir a su cuarto en mitad de la noche. En todo caso subes tú.

-Touché- él se rió y me entregó un objeto envuelto en papel de cartón.

-¿Qué es esto?

-Regalo de navidad atrasado.

Me guiñó un ojo con una sonrisa reprimida, expectante de que lo abriera. Pestañeé tremendamente sorprendida por el gesto, cogí el paquete y lo desenvolví.

-¿Un... walki-talkie?

-Lo necesitarás como nueva miembro de la banda.

Me quedé mirando el objeto sin tener muy claro qué hacer, si darle las gracias o corresponder con otro detalle.

-Gracias, pero, ¿para qué necesito uno?

-Cuando hacemos "operaciones" cada uno está en un lugar diferente, hay que vigilar varios pasillos a la vez mientras la gente entra y hace sus cosas. Además, así es más rápido contactar, que la semana pasada te me picaste por faltar un par de días...- me dio un codazo con complicidad mientras se mordía el labio inferior, nervioso.

-Bueno, tampoco te lo tomes tan a pecho, eh- traté de eludir el comentario, pero me ruboricé.

-Ya, lo que tú me digas- alzó las cejas manteniendo todavía la sonrisa risueña.

-Bueno... Necesito conseguir un permiso- rápidamente cambié de tema, comenzando a sentirme incómoda por el rumbo que estaba desencaminando aquello. ¿Qué demonios me estaba pasando?- para Rose para este finde. ¿Me podrías hacer uno?

Enrollé un mechón de pelo en el dedo índice y sonreí engatusadoramente. Él frunció los labios y se llevó la mano a la barbilla, pensativo

-A ver, el protocolo que seguimos incluye cobrarles incluso a los amigos... Sino nos quedaríamos en nada- musitó y, tras un silencio, dio un paso al frente. Su mirada había cambiado: había desafío en ella- ¿Qué me ofreces a cambio?

Casi me atraganto con mi propia lengua. Automáticamente retrocedí, desprevenida ante aquellas indecentes palabras, pero choqué contra la pared. Sin darme cuenta me había acorralado a un lado de su habitación. ¿En qué momento había sucedido esto...?

Siendo consciente de la inminencia del peligro, puse una mano en su pecho, decidida de que había llegado el momento de decirle todo lo que había pensado y que paulatinamente había pospuesto:

-Oye, Jota...

Si no lo paraba ahora, si permitía que las cosas continuaran con el ritmo que estaban llevando... nada terminaría bien. Joder, tan solo había pasado una semana, ¿cómo podía haber llegado a ese punto tan rápido? ¿En qué momento teníamos tanta confianza y estábamos tan próximos?

-He estado pensando en lo de la fiesta del sábado, en lo que hablamos en el parking al volver, y no sé yo si... si es buena idea... No sé.

Me miró unos segundos en silencio. Unos segundos que se me hicieron eternos. ¿En qué estaba pensando? ¿Qué significaba esa mirada tan fija e intensa? Hacía que brotaran dentro de mi unos extraños nervios.

De repente, él soltó una amplia carcajada. Retrocedió unos pasos y se dobló sobre su estómago, riendo, con arrugas dibujadas alrededor de sus ojos achinados

Internados: Desvelando los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora