Unas botas con pinchos y remaches de metal se deslizaron por la sala. Se adentraron en el semicírculo que los allí presentes trazábamos con nuestro cuerpos, y Minerva Bahl se alzó altivamente entre la multitud. Con las manos apoyadas en la cintura, daba grandes zancadas luciendo sus esbeltas piernas. Llevaba una chaqueta y unos shorts de cuero, los cuales también exhibían tachuelas y pinchos. Erguía la cabeza bien alta, cuyo rapado teñido de blanco contrastaba con su oscura piel. Sonreía con diversión y sorna, mostrando sus dientes separados a todo el mundo. Parecía que hubiera ensayado esa entrada triunfal.
Sacando el dedo corazón a los presentes, dio una vuelta alrededor del podio en el que se encontraba Astrid. Se subió y cogió el micrófono:
-¡He vuelto, zorras!
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. No podía creer lo que estaban viendo mis ojos. Ese traje, esa chulería, esa discordia. Menudo numerito más patético. ¿De dónde coño había salido? Esa tía acababa de llegar de intercambio, ¿quién se creía que era para presentarse así como si nada? ¿Quién coño era ella?
Todos los integrantes de Saint. Brigitte vitorearon y silbaron con emoción, dándole la bienvenida. Sin embargo, la segunda mitad de la sala, compuesta por los del internado, la recibieron con aplausos menos esmerados.
-¿Cómo es posible que la gente aún recuerde a esa tía?- se quejó Megan, la cual se disponía en mi diagonal y podía ver que su mirada echaba fuego. Su odio no me sorprendió, pero me causó curiosidad. No era la común aversión que desarrollaba hacia cualquier persona que se saliera de la norma. No era el modo en el que nos miraba a mis amigas y a mí cuando llegué al principio del curso. No. Esta expresión de asco que adoptaba era más... profunda. Tenía un motivo que la sustentara.
Inconscientemente me crucé de brazos, molesta con su presencia.
-¿Por qué le aplauden tanto? ¿Quién coño es?- pregunté esperando una respuesta por parte de Jota, pero este no me contestó, como si no me hubiera oído. Estaba ensimismado mirando al centro de la sala, con la mirada entornada.
-Pertenece a la banda más importante de Saint Brigitte, Not too late. De hecho, es la miembro más joven de todos- me contestó Cassandra.
-¿Qué? Pero, ¿no iba a nuestro internado?- pregunté con gran confusión.
-Sí. Pero sólo vino un año antes de que la mandaran de intercambio. Antes de eso iba a ese colegio, la echaron por robar exámenes.
-Pues menuda pringada- resoplé.
Aunque, realmente en el fondo, no quería admitir que ese tipo de anécdotas me sorprendía y atraía.
-Al parecer allí la quieren mucho- se encogió de hombros pasivamente, sin mostrar ningún tipo de valoración como lo habían hecho sus amigas.
-Agh, pues no lo entiendo.
Respiré profundamente. ¿Por qué me estaba poniendo así por esa chica?
Cassandra me miró de reojo, curiosa con una ligera sonrisa.
-¿Te ha hecho algo Minerva?
-¿Qué? ¿Por qué lo dices?
-Bueno... Es evidente que te cae mal.
-Pero, ¿tú la has visto? Como para no...- me excusé.
-Vaya, que curioso- alzó las cejas y sonrió con sorpresa.
-¿El qué?
-Creo que es posible que haya gente que caiga mal de primeras. Tampoco tiene por qué haber un motivo. Pero no me esperaba que tú fueras de ese tipo de personas.
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Internados: Desvelando los secretos
Romance| Segunda parte de la saga "Internados" | Contra todo pronóstico, Elenna Leiva ha conseguido superar con éxito su primer semestre en el Internado Rowhamsphire rompiendo todas y cada una de las normas. Se ha metido en incontables líos con sus nuevas...