C a p í t u l o 1 0 - Dudas y compromisos

1.2K 105 12
                                    

La conversación con Minerva me dejó un mal sabor de boca. Salí del baño apresurada sin mirar atrás. Ya no era cuestión de que no tragara a esa chica, sino que estaba consiguiendo que me sintiera violentada. Sólo había interactuado con ella dos veces contadas, y había tenido más que suficiente. ¿Por qué era tan invasiva conmigo? ¿Qué le había hecho yo?

Soy consciente de que en un pasado no me hubiera dejado achantar por nadie, hubiera sido quien hubiera sido. Le plantaba cara a todo el mundo que mínimamente se mostrara arisco conmigo. Y eso me dejaba un cierto resquemor amargo. ¿Me había ablandado? Soy consciente de que todo lo sucedido en las últimas semanas, esta gente y ambiente desconocidos y perturbadores, es lo que me ha hecho cambiar. No sé si para bien o para mal, pero ahora soy más tranquila y cautelosa.

Bueno, a ratos. Admito que de vez en cuando salto, como con Cesar. Aún se me consigue provocar con facilidad.

Y, aunque me jodiera, Minerva había conseguido que las dudas me acecharan de nuevo. Me había olvidado de que eso no era una realmente una fiesta, y con su amenaza ella me lo había recordado. ¿Qué ocurría realmente aquí? ¿Quién era esta gente y este lugar? ¿Qué pasaba con Jota?

Notaba cómo volviendo de regreso con mi grupo me desinflaba. Ya no me sentía con ánimos ni energías. La idea de la muchedumbre desconocida volvía a agobiarme. Llegué al lado de Jota y, sin pensarlo dos veces, tomé su mano. Hacía unos días (quizás incluso horas) la mera idea de tocarlo voluntariamente me hubiera generado rechazo. Aunque intente perdonar y dejarlo atrás, aún tengo reciente las discusiones, la fiesta de diciembre, a Luca. Su persona es un constante recordatorio de todo lo que ha ocurrido. De como mi vida ha cambiado. Y una mierda porque aunque pretenda cambiarlo, simplemente no puedo. Y es que esta persona es mi "novio".

Pero ahora mismo necesito estabilidad, amarrarme a un poste que me de seguridad durante la tormenta. Necesito su apoyo.

Él se vuelve y me mira en silencio, confundido con mi gesto, intentando averiguar su por qué. Pero no rechaza mi mano, la aprieta y me atrae hacia sí. La seriedad en su rostro se deshace me pregunta si todo va bien.

-No me siento muy cómoda aquí, sólo es eso.

Decidí hacer caso a lo que antes me habían dicho Cassandra y Monica, y dedicarme a observar y aprender en silencio. Me relegué a segundo plano durante el resto de la noche. Ya había llamado mucho la atención. Ahora era momento de contenerme y esperar a que todo se pasara con rapidez.

Finalmente Astrid acabó otorgando los puntos a nuestro grupo. Hubo quejas, pero se respaldó en que estrictamente no habíamos roto ninguna norma: al final habíamos bebido la cantidad de alcohol que se nos había mandado. Sin embargo, aquello incrementó la rivalidad entre los dos colegios, y se hizo más palpable el mutuo desagrado durante el resto de la noche.

La siguiente prueba fue de exhibición física, una chica tenía que salir a bailar y un chico debía salir a hacer dominadas en una barra. Fue ahí cuando entendí el motivo de la elección de los participantes que Megan había escogido en las anteriores rondas. Cassandra y Ricardo salieron, y lo bordaron. La primera se deslizó por la barra con suma facilidad. Flexionaba los brazos y las piernas, se impulsaba, subía y contorsionando su tronco hacía piruetas imposibles. Todo el mundo estaba embobado, ignoraba al resto de participantes y sólo se fijaba en ella. Sabía hacer pole dance, había practicado para ello. Por otra parte, sin más ni menos, Ricardo estaba mazado. Un calor ascendió por mi cuerpo cuando se quitó la camisa. Entrenaba diariamente, y tenía unos pectorales y abdominales de hierro. Consiguió hacer el mayor número de dominadas.

Para la tercera prueba sólo restaban Jota y Megan, los cuales debían jugar una partida de billar. No pude evitar sentir una punzada incómoda al ver que habían acabado emparejados juntos. Apenas intercambiaban palabras, sólo se miraban y hacían movimientos con la cabeza, y se entendían perfectamente. Sé que Jota nunca la amó realmente (o al menos eso me había jurado hasta la saciedad) pero se notaba que habían tenido algún tipo de vínculo. Me pregunté si aquel habría sido un deporte en el que los hubiera instruido su familia, o si solerían reunirse para jugar a eso. Al menos, antes de que yo llegara.

Internados: Desvelando los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora