Él, un joven con un fuerte carácter, la guerra le ha quitado mucho y no puede más que desquitarse con sus hermanos. Ella, llena de vida y optimismo, la guerra también le ha quitado lo más preciado que tiene, sin embargo; sigue adelante como la Reina...
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--¡Mentiroso!
--¿Oh, enserio?
--Chicos, paren por favor...
--¡Chicos la pintura!-- Gritó Lucy, lo que me hizo que preste mi total atención.
Me coloqué a su lado viendo con incredulidad lo que pasaba: de la pintura caían chorros de agua y unos fuertes vientos salían de ella.
--¡Los encontré debajo de tu cama! ¿Y te digo una cosa? ¡Lamí cada uno de ellos!
--¡Ew! ¡Me infectaste!
Pero ellos continuaban peleando, Lucy y yo seguíamos viendo como el agua de la pintura se movía ferozmente al mismo compas que el barco en ella, hasta el punto que nos salpico a todos.
--¿Qué esta pasando?-- Preguntó Scrubb.
--¡_________, tu crees que...!
--Espero que sí, Ed.-- Le respondí esperanzada.
--¡Es un truco! ¡Basta o le diré a mamá!-- Él tan solo seguía y seguía. Los tres mayores tan solo podíamos ver todo con unas sonrisas.-- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Voy a romper esa porquería!
El niño arremetió contra el cuadro, el cual seguía chorreando agua a cantidades industriales.
--¡No Eustace!
--¡Para!
--¡Quítense!
Los cuatro seguimos forcejeando hasta que el cuadro, que ahora parecía caño, cayó al piso, empezando a inundar todo de él lugar. Parecía que el suelo sobraba, pues ya no lo sentíamos bajo nuestros pies.
No nos dimos cuenta cuando el líquido empezó a llenar la habitación. El aire faltaba, por lo que nos vimos obligados a nadar hacia la superficie, sin saber que o a quien encontraríamos allí.
--¡Edmund!-- Grité preocupada por su estado.
--¡Lucy! ¡________!
--¿Qué pasa? ¿Dónde estamos?-- Se escuchaba la preocupada voz del niño.