Él, un joven con un fuerte carácter, la guerra le ha quitado mucho y no puede más que desquitarse con sus hermanos. Ella, llena de vida y optimismo, la guerra también le ha quitado lo más preciado que tiene, sin embargo; sigue adelante como la Reina...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
--Hay algo que te protege, algo muy bueno.
--¿A que se refiere? ¿Habla de mi collar? -Dije tomándolo entre mis manos.
--Aún más. Ya lo conocerás.
¿Lo?
--¿Lo?-- Preguntó Ed, aunque Coriakin no le dio importancia.
--Además, supongo que.-- Continuó.-- Ya te habrás dado cuenta ¿No es así?
Suspiré. Mierda que si lo había notado, el maldito collar ya no funcionaba como antes, su magia se acababa.
Nos despedimos del anciano y arribamos nuevamente a altamar. Pero no corríamos con suerte, el mar se había puesto de malas, una gran tormenta nos arrasaba hace ya catorce días, la fuerza y positividad de los marineros se acababa por cada sol que pasaba.
En fin, nos encontrábamos en la sala de reuniones junto con Drinian, quien nos comunicaba el estado de a tripulación.
--Estamos aquí atorados.--Dijo el mayor poniendo una especie de piedra en la mitad del mapa, lo que representaba que estamos en la mitad de la nada.-- Ya usamos medias raciones y tenemos comida tan solo para dos semanas más. Es su última oportunidad para elegir regresar, Sus Majestades, no hay garantía de que encontremos pronto a las Estrellas Gemelas, no con esta tormenta sobre nosotros. Ese lugar, esa isla: Ramandu, es como una aguja dentro de un pajar, podemos pasar cerca y simplemente caer por el borde del mundo.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. La simple idea de morir aquí, no, la simple ideas de morir era realmente escalofriante.
--O nos puede devorar una serpiente marina.-- Dijo Edmund como si fuera nada, lo mire extremadamente aterrorizada por un segundo para luego voltear a ver Caspian, quien negó, dándome a entender que eso no pasaría.
Me tranquilicé tan solo un poquito.
--Solo digo que todos los hombres están nerviosos, estamos navegando en mares raros, no se parecen en nada que yo haya visto alguien.