seven: yes or yes.

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( 17 AÑOS )

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( 17 AÑOS )

El sol invernal me molestaba, habían corrido las cortinas de mi habitación y eso fue lo único que logró despertarme.

Estaba tan frío que ni la luz me convenció para salir de mi cama, estaba cómoda entre las tibias sábanas y la esponjosa almohada que mi madre me había comprado la semana pasada. Era una paz, tranquilidad amortiguadora.

Hasta que Amelie entró corriendo y se puso a saltar sobre mi cama.

—¡Es el día, es el día!— gritaba. Se tiró encima de mí y me destapó. Busqué las mantas con mis manos, pero las había apartado hasta dejarlas al borde de la cama. Genial, ahora debía levantarme.

—¿De qué estás hablando enana?— le pregunté irritada. Los ojos verdes de Amelie brillaban de excitación, algo la tenía muy emocionada. Algo que yo no podía recordar.

—¡Es el día!— repitió. Le tiré del cabello y la boté al suelo. Se quejó un buen rato hasta que al fin se quedó callada.

—Ahora que estás calmada y no estás aplastándome, me dirás de que bendito día estás hablando.

—¡Es el cumpleaños de Noah!— exclamó.

Claro, era el cumpleaños de risitos. Lo había olvidado por completo. O al menos eso intenté.

—¿Y por eso me despiertas?— le gruñí.

Amelie ya tenía trece años y aún seguía siendo bastante infantil. Karine cuidaba de ella como si fuera su hija, como Chloe se había marchado hace ya algunos años a Londres para estudiar, consolaba su tristeza en velar por la felicidad de Amelie. De cierta manera eso me gustaba, ni Karine ni Amelie sufrían, se tenían la una a la otra cuando más se necesitaban.

—Si, es que ya es un adulto. ¡Ahora es un hombre!— gritó otra vez. Iba a dejarme sorda antes de que yo cumpliera los 18.

—¿Y que se supone que era antes?— ambas miramos hacia la puerta, donde Noah se apoyaba en el umbral con los brazos cruzados sobre su pecho. Aún vestía en pijama al igual que Amelie, tenía el cabello despeinado y se notaba de lejos que recién había despertado.

—Eras un hada— le dediqué una sonrisa burlona y él me devolvió una mirada asesina. Tuve una larga discusión con él después de que me regalara a Nana, le expliqué que todos esos años creía que el hada de las galletas me las dejaba frente a mi puerta cada vez que me sentía mal.

Le dije que era un acto muy dulce de su parte, pero que no lo hiciera más hasta que se me pasará el enfado por lo de Sparks, que sí quería mi perdón unas simples galletas no bastarían.

No rechistó y me hizo caso, como todas las cosas que le pedí después de ese día.

—Lo importante es que ahora soy un hombre...

𝙈𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙈𝙀 ── Noah Schnapp.Where stories live. Discover now