twenty four: first day.

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Los calcetines de Noah eran un desastre, por más que le dijera que lavara él mismo su ropa, la dejaba arrojada en cualquier lugar de la casa y esta mañana había encontrado un par de sus calcetines dentro de la alacena

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Los calcetines de Noah eran un desastre, por más que le dijera que lavara él mismo su ropa, la dejaba arrojada en cualquier lugar de la casa y esta mañana había encontrado un par de sus calcetines dentro de la alacena.

—¡Noah, llegarás tarde!— le grité. Era su primer día de trabajo y ya iba tarde. Le había contagiado un germen de impuntualidad y eso no era bueno, porque Noah era muy estricto consigo mismo cuando las cosas le salían mal.

—¡Noah, despierta ahora o te llevaré a Nana!— en menos de un minuto se encontraba de camino a la cocina, aún medio dormido, en bóxers negros y descalzo. Ya no quedaba rastro del Noah delgado de hace unos años, en cuanto entró a la universidad se había obsesionado con el ejercicio, y a pesar de lo que dejó al mes, ahora comía saludablemente y salía a trotar todas las mañanas, sin duda aún seguía pareciéndome sexy.

Muchas veces me había invitado, pero no pudo convencerme de abandonar la comodidad de las sábanas, hasta que un día mencionó a una tal "Melanie", una chica de 19 años que corría junto a él por las mañanas y que estudiaba en la misma universidad. Eso fue más que suficiente para que comprara un equipo deportivo y a las 6 de la mañana estuviera despierta y preparada para correr kilómetros con tal de alejar a esa arpía.

Si, quizás tenía un pequeño problema de celos.

Sin embargo, mi plan no había resultado como esperaba. A los cinco minutos estaba exhausta y me faltaba el aire, Noah cargó conmigo hasta la casa —solo había corrido cuatro cuadras— y me dijo que si no quería, no corriera.

Supuse que después se dio cuenta del porqué lo había hecho y dejó de correr en las mañanas, para hacerlo en la tarde. A veces lo acompañaba, aunque yo iba en bicicleta a su lado.

Sabía que Noah necesitaba levantarse temprano todas las mañanas porque al final nunca había aprendido a conducir bien un auto, el primer año de casados chocó dos autos y mi padre se aburrió de comprar un auto tras otro. Así que le ofreció una moto y con eso Noah estuvo muy bien. Hasta que les dijo que estaba estudiando.

A mi padre casi le dió un ataque, consideraba que Noah tenía mucho potencial y que no podía desperdiciarlo de esa manera. Él quería que se hiciera cargo del negocio de mí familia, aunque mi padre ya tenía a Bella que era más que suficiente para que el negocio prosperará. Mi madre no se lo había tomado tan mal, aunque podía notar que al igual que el resto, esperaba mucho más de Noah. Karine, su madre, estaba feliz, si su hijo cumplía sus metas, eso era más que suficiente. Y yo, no podía estar más orgullosa de él, sabía que sería un excelente profesor.

Entró a la cocina y besó mi mejilla, me abrazó por la espalda y pegó su cuerpo al mío. Besó mi cuello como todas las mañanas y escondió su rostro en mi cabello.

—No me convencerás con eso, debes aprender a guardar tu ropa en un lugar decente— le regañé.

—Nadie los verá, además, yo no los dejé allí, fuiste tú, cariño.

𝙈𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙈𝙀 ── Noah Schnapp.Where stories live. Discover now