ten: shared room.

406 36 32
                                    

—Pásame el azúcar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Pásame el azúcar.

—Lo tienes a diez centímetros de tu brazo, tómala tú.

—¡Qué me des el azúcar, Noah!

—¡No!

—¡Listo, no me caso, pido el divorcio absoluto, contrataré a alguien para que llegue a mitad de la boda y diga "yo me opongo"!— le grité a Noah en el desayuno.

Las cosas no iban bien, tal vez Rulos estuviera considerando el matrimonio ahora que éramos novios oficiales. Había pasado una semana desde su cumpleaños y nuestro compromiso, pero más allá de parecer la pareja feliz que fuimos en el parque de diversiones con los chicos, volvimos a ser los mismos de antes. Y de alguna manera eso me gustaba.

—Toma— me extendió el frasco de azúcar con la cabeza gacha y la voz cansada, esto de las peleas le estaba estresando, aunque para mi eran un respiro de tantos besos y cariños que me daba en la escuela.

Si creía que la peor parte había pasado cuando le contamos a nuestros amigos que nos casaríamos, es porque había olvidado que aún iba a clases. Todas las chicas comenzaron a dedicarme miradas aterradoras, los chicos nos molestaban con la luna de miel y Wyatt... él era el primero en iniciar las burlas.

—____, ¿me puedes acercar la miel?— me pidió Amelie. La miel estaba más lejos que el azúcar, así que me levanté y la tomé para entregársela.

—¡¿Te paras por la miel y no por el azúcar?!— exclamó Noah o más bien gritó, su cuello iba acalorándose por la frustración y no paró de bufar hasta que terminamos de desayunar.

Mi padre ya se había ido al trabajo, mi madre desayunaba en la cama cuando se despertaba —al mediodía—, Bella no se encontraba en casa porque ahora vivía en la universidad y Karine comía en la cocina. Nuestros desayunos sin la supervisión de un adulto eran un caos total.

—Iré a lavarme los dientes, espérenme— nos avisó Amelie mientras corría escaleras arriba. Nos quedamos solos en la entrada, listos para irnos a la escuela. Miré de soslayo a Noah, nunca logró usar el uniforme como se debía: la chaqueta arrugada, la camisa afuera y la corbata suelta alrededor de su cuello.

Me acerqué a él y comencé a anudar su corbata, al menos se vería un poco más presentable. A veces me preguntaba que había pasado con el chico que todos adoraban de pequeño.

—Tienes que pasarla por abajo, la pones por aquí y ya está— mientras le arreglaba la corbata le daba indicaciones para que aprendiera. Él me dedicó una sonrisa y besó mi mejilla.

—Tendrás que darme clases particulares si quieres que aprenda a como anudar ésta cosa— me dijo, sosteniendo entre las manos el extremo largo de la corbata.

—No es necesario, puedo hacer esto todas las mañanas— le dije, restándole importancia con las manos. Sin embargo, para Noah, mis insignificantes gestos de amabilidad tenían mucha relevancia.

𝙈𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙈𝙀 ── Noah Schnapp.Where stories live. Discover now