Capítulo Doce

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Ruby Soleil.

Martes 30, Agosto 2016.

Releo nuevamente el mismo párrafo de hace unos segundos y suelto un gruñido lleno de frustración cuando no logro seguir la historia del libro que tengo en mis manos. Dejo caer el libro sobre mis piernas y detallo mis ojos con las manos. Estoy cansada. No he podido dormir bien y llevo desde muy temprano instalada en el sofá color crema del departamento de Bastian tratando de leer, pero no logro seguir la historia. Incluso me siento indignada conmigo mismo por no poder leer, soy una ávida lectora desde que tengo uso de razón y ahora ni siquiera puedo leer un maldito párrafo.

—Mi cabeza va a estallar.

Cubro mi rostro entre mis manos y suspiro.

El recuerdo de esos ojos grises inunda mi mente y siento un vuelco en mi estómago. No sé porque fue que me quedé mirándolo de una manera que incluso me pareció intima, como si lo reconociera. Desde que lo vi hace dos días no ha dejado de rondar por mi cabeza en distintas oportunidades. Ese cabello negro, sus ojos de un gris tan claro, su mandíbula cuadrada adornada con una suave capa de barba, esa nariz perfilada, como la gabardina gris plomo resaltaba su piel clara... Pero todo eso pasa a segundo plano cuando recuerdo su voz, gruesa y rasposa. Y esa mirada tan clara que pareciera ocultar tantas cosas. Cosas que yo quiero saber.

Gruño y bajo mis manos hacia el libro, dirijo mi mirada hacia el pasillo donde Bastian duerme en la habitación.

¿Por qué tengo que pensar en ese tal Jark cuando ni lo conozco de nada? ¿Qué tiene él? Su interés lo dejó bastante claro pero su manera ególatra de hablar ni siquiera me despejo del sentimiento familiar. Golpeo la tapa del libro con mis manos.

—De ser perseguida a tener sentimiento de familiaridad con un desconocido. Excelente Ruby ¿algo mas qué agregar mente estúpida? — me recrimino.

Echo otra mirada por el pasillo y bajo la vista a mi vestimenta. Shores, camisa holgada y medias hasta la rodilla. Cómodo para dormir. Cuando pienso en levantarme e ir a descansar junto a Bastian el timbre del apartamento suena. Me quedo tiesa en el sofá y en segundos tengo a Bastian recorriendo el pasillo y llegando a la sala vestido con un pantalón jean, sin camisa, cabello alborotado y descalzo. Sus ojos, dorados y adormecidos, se pasean frenéticamente por todo el apartamento hasta llegar a los míos. Respira hondo y afloja el agarre en la pistola automática en su mano derecha.

No me sorprendo por su sentimiento de alerta, pero ¿una pistola en mano por haber escuchado el timbre?

Lo observo sin expresión alguna y él pasa de estar alerta a avergonzado en microsegundos. Su mano libre va a su nuca.

—Creí que...

—Sólo fue el timbre — lo corto y él asiente.

Nos quedamos viendo y yo retiro la vista de sus ojos para posarla en su torso. Enarco una ceja cuando veo unos moretones por sus costillas y unos cortes superficiales por el abdomen, me descubro levantándome para acortar la distancia e ir atender sus heridas y cuidarlo cuando la puerta del apartamento se abre y mis ojos se dirigen hacia el sonido, pero un jalón en mi brazo me hace quedar fuera de visión de quien fuera que abrió la puerta. En lo que parece cámara rápida, estoy detrás de Bastian y este apunta hacia la apertura de entrada que separa el pequeño pasillo de la entrada a la sala.

Unos tacones repiquetean por el suelo de cerámica hasta que escucho un silbido bastante familiar. Bastian se tensa pero yo lo agarro del brazo, empujándolo. Me mira y abre la boca para decir algo cuando otra voz habla:

—Oh dios mío, no me digan que interrumpí algún juego sexual.

Volteamos de inmediato hacia la voz y yo salgo detrás de Bastian para detenerme a su lado y ver la sonrisa burlona que adorna los labios de ella y como sus ojos azules se encuentran iluminados con un brillo burlón.

Lágrimas de LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora