Capítulo Ocho

2 0 0
                                    

Ruby Soleil.

Domingo 28, Agosto 2016.

— ¿Me estás diciendo que, por mi seguridad, no puedo salir?

Creo que mi voz se me antoja chillona incluso para mis oídos, pero lo único que mis ojos pueden hacer es seguir los movimientos de Bastian dentro de la cocina mientras me encuentro sentada en un taburete. Él solamente se encoge de hombros y sigue con la tarea de sazonar la carne, ignorándome por completo.

En eso se ha basado nuestra convivencia desde que llegamos de casa de mis padres, asunto que fue peor de lo que pensé; el simple hecho de recordarlo me genera un remolino de sentimientos negativos, cuyo sentimiento predominante es el miedo. Miedo al no poder tener una vida tranquila, miedo al no saber qué sucederá, al hecho de que alguien me está cazando y puede que yo esté en medio de un gran enredo.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral al recordar cuando bajé de la camioneta junto a Bastian y en segundos aproximadamente seis escoltas nos habían rodeado hasta llegar a la verja, notificar, dejarnos pasar y caminar el tramo que separaba mi casa de esa verja. Recuerdo haberme quedado paralizada cuando visualicé a mi padre en la puerta y tras él se encontraba mi hermana Ava, ambos me repararon de pies a cabeza y yo solo pude detenerme y jalar a Bastian conmigo, tratando de encontrar ese valor que siempre hice frente a mi familia, sin embargo, no fue fácil plantarme delante de mi padre y ver cómo solo parpadeaba varias veces hasta besar mi frente y apretar mi hombro con delicadeza, no era lo que había esperado y era obvio mi sorpresa. Ava fue la que se mostró fría y solo me dio un asentimiento, a comparación de ellos dos, mi madre fue la que con mas ánimo me recibió, dándome un fuerte abrazo que provocó un nudo en mi garganta pero por el rabillo del ojo observé como la familia de Bastian —que es mucho más grande que la mía— hablaban con él hasta que mi padre y Ava lo interceptaron y alejaron.

Todo había ido bien, me preguntaban muchas cosas y sabía que era –de alguna manera– un interrogatorio, no actué ni pensé de forma estúpida y callé algunos datos, un ejemplo de ello, era Maurio. Sabía que si lo mencionaba Ava iba hacer una investigación exhaustiva de él y eso no podía permitirlo. También me preguntaron sobre mis pacientes, —pregunta la cual me hizo muchísimo ruido— por lo que por instinto opté una actitud defensiva que no pasó por alto Bastian. Todo me había resultado agotador, mis respuestas eran cortas y sin agregados innecesarios, por supuesto, para mí madre todo se basaba en conocer la vida de su hija que había estado sin visitarlos por años, pero mi padre ya estaba perdiendo la paciencia, mis tías y primos sólo estaban escuchando mientras cuchicheaban y soltaban comentarios que debieron haber resultados divertidos pero que solo dieron rienda suelta a mi ansiedad.

¿A qué estaban jugando? ¿Qué querían decirme? Había pensando mientras que Bastian, jugando con mis dedos, comentaba sobre algunos lugares que se suponía que habíamos visitado estando en París.

Todo fue peor en la hora de cenar, si antes me incomodaba que las miradas estuvieran encima de mí, en el momento que me senté en el gran comedor de mi familia, todo había ido más allá de la incomodidad, fue como si yo hubiera tenido en mi cabeza un cartel que indicaba que yo era la culpable de algo, algo que yo no tenía ni idea y que, luego de comentarios despectivos soltados por la madre de Bastian, solté. No era mi culpa que yo no pudiera recordar nada o al menos algo que los ayudará. Bastian se había puesto tenso como una cuerda a punto de ser cortada, él sabía que yo solo aguantaba hasta cierto punto y que odiaba que me ocultaran las cosas.

—Es increíble que tú, siendo una excelente especialista, no hayas buscado ayuda, eh. Que conveniente ¿no ocultarás información?

Ese comentario había brotado de los labios de la esposa de mi cuñado y eso había sido como avivar el fuego que tenía en mi interior, pero sabía que era más inteligente que eso, que yo debía manejar y manipular la situación –a pesar que mi ansiedad me aclamaba que les gritará

Lágrimas de LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora