0.00h: Hora pu(n)ta

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  • Dedicado a Loreto Sesma
                                    

Existe una leyenda que afirma que cada cinco personas que sonríen, tres lo hacen como consecuencia de otra sonrisa. Y esto es como todo en la vida, tendrá una parte de verdad y una de mentira con moraleja, supongo, porque yo nunca llegué a entenderla.

Por otro lado, mi mejor amigo siempre decía que si tu sonrisa depende de alguien, nunca sonreirás; y ahora él lo hace cada vez que aparece únicamente la inicial de su nombre.

También he llegado a escuchar que existe gente que tiene un corazón de hierro y que es completamente un escudo antibalas; me gustaría a mí saber si también es antiflechas y así intentarme hacer con uno de esos.

El otro día hablando con un amigo un tanto capullo habló de regalarle flores a una tía, y es como si toda la primavera se hubiese rendido ante su sonrisa que juro que se abría más que los capullos de todas esas rosas. Todas las copas que había roto, me refiero a las de los sujetadores, parecieron desvanecerse para demostrar que a veces el hierro de un corazón como ese se funde si sabes como tratarlo.

Yo por mi parte soy una chica enredada en un poema cuyos versos acrósticos me gritan: sé valiente. Y yo me escondo en sus letras, escribo historias paralelas que nada tienen que ver conmigo; describo a la perfección los besos que se dan, se roban y se rompen en otros labios que no son los míos, los besos de otros, dime tú si eso no es una putada; incluso dejo un hueco, un paréntesis, para describir de la manera más triste y melancólica que pueda una despedida.

Supongo que todo está relacionado con este miedo continuo que tengo de fallar(te), que es completamente irracional, como lo increíblemente dependiente que soy de los brazos de mi madre después de todos estos años conviviendo bajo el mismo techo; o que no tenga ni idea de cómo él se ríe pero intente yo saber cómo es una carcajada para no olvidarlo nunca e intentar hacerle sonreír siempre que pueda.

Y es que, cielo, a nosotros nunca nos quedará París. Pero te prometo que estos brazos, y esta sonrisa intentarán compararse algún día; porque a nosotros siempre nos quedará la poesía.

Y la poesía es la comisura de tus labios jugando con un cigarrillo, y el aire enredándose con el humo que expiras, y yo describiendo todo esto mientras te digo que la vida es una putada, pero que al menos quiero que estés conmigo.

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Texto: Loreto Sesma.

Himnos para dos generaciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora