Capítulo XIV - Pasado oscuro, presente incierto

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No hay una explicación completa de todo lo que sucedió aquella vez. Y no es que sea una egoísta que se aferra a ocultar lo que pasó, simplemente mi mente no logra recordar todo a detalle. Entonces, intentaré decir lo más que recuerde de ese momento que cambió nuestras vidas para siempre.

Ya quería irme de ese lugar; en parte mi urgencia de verte, en parte mi urgencia de tener lo más lejos posible a Ludwig.

Apenas pude guardar algunas pertenencias, mi abuelo mandaría por el resto después. Cuando él y yo terminamos de hablar y bajamos a la puerta principal de la casa, Ludwig ya estaba ahí. Mi abuelo no me lo dijo pero noté que ya no confiaba en ese hombre. Sabía que tenía que contarle sobre sus insinuaciones pero no era el momento (¿y cuándo sería el momento?).

Ludwig dibujó una sonrisa cínica al vernos, después se manifestó triste por nuestra repentina partida e insistió en que no nos fuéramos hasta el amanecer. Mi abuelo le dijo que era muy urgente irnos, así que ese hombre ofreció llevarnos hasta el aeropuerto personalmente. Yo no pude más tenerlo enfrente y me dirigí a la cocina por un poco de agua. Ellos se quedaron discutiendo sobre los pros y contras de llamar a un taxi a esa hora.

-Buenas noches... señorita Kido- me habló una voz femenina de entre las sombras. Era Medea, la esposa de Ludwig.

-Ah hola. No quiero molestar. Sólo iba por un poco de agua.

-Ya veo...- hubo un incómodo silencio- Así que ya se van.

-Sí, surgió una emergencia y...

-Espero que no sea de mi marido- interrumpió.

-¿Disculpe?

-Sí, espero que ese hijo no sea de mi marido- ante mi gesto de sorpresa, ella continuó- No le sorprenda que lo sepa, a veces la intuición femenina es mejor que una confesión, y he notado ciertas cosas en usted... "señorita". En fin, no crea que con eso podrá quedarse con todo, el único heredero de Ludwig es mi príncipe Edén.

-Señora yo no tengo nada que ver con su marido- dejé las cosas hasta ahí, me pareció un exceso hacerle saber de las insinuaciones de Ludwig.

-Ajá...- me miró como si me analizara de pies a cabeza- Bien, pues supongo que querrá irse cuanto antes, así que... Tenga- me mostró unas llaves- Son de mi automóvil... Anda, tómalas- dijo sacudiéndolas- Sabes que él no quiere que te vayas y ésta es tu mejor opción.

Tenía razón, no tenía muchas opciones. Las tomé y fui de regreso con mi abuelo. En cuanto llegué dejaron de hablar -Mira abuelo con esto podremos irnos.

-¿De dónde sacaste eso?- preguntó Ludwig.

-Son mías- irrumpió Medea y fue directo a colgarse del brazo de su marido- Hablé con la señorita Kido y creí que era la mejor opción para ella y su querido abuelo.

Ludwig dudó unos instantes. Nos miraba y luego miraba a su mujer, lo noté un poco extraño, casi nervioso. Me pregunto si temía que su esposa sospechara que tenía cierto interés en mí. -Ah... No, mejor... mejor tomen el mío. Viajarán más cómodos y seguros.

Después pensé que esa frase era irónica, incluso, he llegado a pensar que Ludwig lo dijo a propósito porque precisamente elegir su automóvil fue como firmar una sentencia de muerte.

Luego de abordar ese vehículo todo se torna confuso en mi mente. No sé exactamente qué comentábamos mientras recorríamos ese estrecho camino que llevaba a la comunidad más cercana, creo que mi abuelo hablaba de lo difícil del camino, yo sólo me sentía rara como si tuviera un mal presentimiento. Luego algo pasó, mi abuelo profirió una maldición (cuestión inédita en él, por lo menos que yo supiera); hizo un movimiento raro con el volante y después el automóvil se sacudió... Fue una sacudida cada vez más violenta, todo dio vueltas y de pronto me vi envuelta en una lluvia de cristales y ramas que entraron de alguna extraña forma por lo que habían sido las ventanas y el parabrisas. Yo gritaba, o por lo menos creo que lo hice, pues no podía escuchar ni el sonido de mi propia voz. Todo me dolía, tenía mucho miedo... y de pronto todo terminó de golpe y fue sustituido por una oscuridad.

Nada será igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora