Apenas pusimos un pie en Italia cuando sentí que algo pasaría, y no me equivoqué con ese presentimiento.
Mi abuelo y yo arribamos a aquel país e inmediatamente un sujeto nos recogió en el aeropuerto. Ese hombre, Micenas, nos recogió en representación de su jefe: Ludwig. Él nos llevó en automóvil varios kilómetros por caminos muy estrechos que pasaban por los bellos paisajes rurales de Italia hasta llegar a la apartada casona de Ludwig. No negaré el buen gusto de la casa y admiré la tranquilidad del lugar, pero también me inquietaba estar ahí, no podía borrar de mi cabeza la mirada lasciva de ese hombre, sólo esperando el momento para lanzarse por su presa.
Por otro lado, también me mortificaba "mi asunto". Debía ponerte al tanto lo más pronto posible (como su padre, tú debías ser el primero en enterarse), y también debía encontrar el momento y forma adecuados para hacerle saber a mi abuelo sobre mi estado. Tenía que hacerlo rápido antes de que comenzara a notarse mi vientre.
Fue un tanto desagradable enterarse de las razones que obligaron a Ludwig dejar Grecia cuando apenas empezaba a negociar con mi abuelo; resultó que ese tipo tenía una familia y precisamente por esas fechas su esposa acababa de tener un hijo. Aunque un nacimiento siempre era una bendición, me pareció desagradable porque mientras ella estaba a días de dar a luz, él estaba intentando algo conmigo... al principio pensaba que era una pobre mujer, después me di cuenta que no era un pan de Dios. Medea, la mujer de Ludwig, era un tanto extraña; no permitía que nadie se acercara a su recién nacido hijo: Edén, ni siquiera la hermana mayor de éste a quien Medea no trataba precisamente con instinto maternal.
Apenas pude ver unos minutos al pequeño (a quien noté cierto parecido con Ludwig pero con rasgos más finos como su madre). Sin embargo, lo que más me llamaba la atención es que en poco tiempo yo estaría como ella (claro, no tan compulsiva con su hijo), con mi pequeño en brazos y prometiéndome que nada le haría daño. Qué cosas pensaba en ese momento...
Desde el primer instante en esa casa sentí de nuevo las intenciones de Ludwig. Me parecía horrible que teniendo una familia tan linda buscara "entretenerse" en otro lado. Fui firme, no quería absolutamente nada con él; mi vida ya tenía un destino muy marcado: sólo Seiya y nuestro hijo, nada más debía haber.
Durante la cena de "bienvenida" todo pareció tan frívolo y falso. Ludwig haciendo gala de su elocuencia; Medea ignorando a todos mientras miraba a su hijo y a su marido de manera intercalada (como si no quisiera perderlos de vista en ningún segundo); Sonia (la hija mayor de Ludwig, quien resultó ser producto de su primer matrimonio) estaba muy callada, me pareció que era una niña muy triste para tener esa edad tan corta; mi abuelo siguiendo atento la conversación de nuestro anfitrión; y yo, pensando en mi hijo y haciendo volar mi imaginación: creando toda una vida en mi cabeza donde vivía feliz con los dos amores de mi vida, mi hijo y su padre.
Al final de la cena, argumenté que estaba muy cansada y los sirvientes me indicaron dónde estaba mi habitación. Todos nos fuimos a descansar (excepto Ludwig y mi abuelo que se quedaron hablando de negocios y tomando unos tragos). Al llegar a mi habitación comencé a escribir mi siguiente carta, la definitiva, donde te contaba lo que sucedía. Empezaba a escribir unas líneas y me arrepentía, tomaba otra hoja y comenzaba de nuevo, pasé un buen rato así. Cuando por fin logré estar conforme con una carta la leí un par de veces; sí estaba bien. Tomé tu foto (la llevaba siempre conmigo).
-Espero que te alegre la noticia tanto como a mí- le hablé al retrato que, obviamente, jamás me diría si eso te haría feliz.
Fui al cuarto de baño a tomar una ducha antes de dormir. Aquello me relajó mucho. Era perfecto, al día siguiente le pediría a mi abuelo bajar al pueblo para conocer y poder enviar la carta; en cuanto obtuviera una respuesta ya tendría el valor de confesarle todo. De pronto escuché un ruido, como si alguien intentara abrir la puerta del baño (fue una verdadera una suerte que dejara puesto el cerrojo). Decidí que ya era hora de dormir.
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Nada será igual
FanfictionSeiya y Saori eran prácticamente la pareja perfecta; estaban muy enamorados y, a pesar de las adversidades, ya hacían planes para su vida juntos. Sin embargo, el tiempo, la distancia y otras situaciones los separaron. Ahora, las cosas han cambiado y...