Después de recibir aquella llamada sentí algo muy curioso. Era muy probable que ya había encontrado a Koga, eso era infinitamente bueno; si bien el chico que habían encontrado y que coincidía con su descripción estaba en un hospital, algo le decía a mi corazón que él estaba bien.
Fue una suerte que cuando llamé a la mansión Kido no fuera Saori quien me contestara. No sé cómo le hubiera dicho que era probable que Koga está en un hospital. Y no digo que me fuera difícil decírselo en sí, sino la manera tan tranquila en que se lo transmitiría. Me pregunto si su corazón también le decía que todo saldría bien. Me pregunto si su instinto de madre funcionaba así y si esto ya lo ha sentido antes. Para mí es la primera vez.
Tomé un taxi que me llevó hasta el hospital en cuestión a las afueras de la ciudad. El recorrido se me hizo eterno y pesado pero me dio tiempo de pensar algunas cosas. Mi mente comenzó a repasar una y otra vez toda la serie de eventos que nos han llevado hasta aquí. Desde aquella tarde en que con un poco de histeria Saori me dijo que su abuelo se la llevaría a Grecia, creo que ahí empezó toda esta locura. Traté de armar todo este rompecabezas, pero ni siquiera me fue posible entenderlo. Lo único que sí sabía es que todo este recorrido lleno de enredos, secretos y heridas, nos trajo a Saori, Koga y a mí hasta aquí. Claro, ha habido mucho sufrimiento, pero a pesar de todo ello, creo que al final hay algo positivo: cada paso unió nuestros caminos de diferentes formas.
Cuando llegué, mis sospechas eran ciertas. Koga no estaba herido, al menos de gravedad. Con la policía en alerta, algunos oficiales vieron a un chico tratando de comprar un boleto de tren, al acercarse a averiguar, el muchacho se puso nervioso y salió corriendo (según me explicaron, a una increíble velocidad, y tuve un leve destello de orgullo, claro que corrió rápido si yo mismo lo entrené y le enseñé a usar todo su potencial); al final el chico resbaló y pudieron alcanzarlo. La consecuencia de la caída sólo había sido un golpe en el brazo.
-Me sorprende- me dijo el doctor que lo atendió y quien me explicaba todo lo sucedido- no fue cualquier caída pero él no resultó herido.
-¿Entonces puedo llevármelo ahora mismo?- pregunté.
-Clínicamente sí. Sin embargo, comprenderá que es un menor y tiene un reporte de extravío, no podemos permitir que se vaya con cualquiera.
-... Soy su padre- respondí con toda la naturalidad del mundo. El galeno me miró y me analizó unos segundos. ELLA tenía razón, Koga y yo somos curiosamente (o inquietantemente) muy parecidos, de verdad creerían que somos... Bueno, no importa, al final no lo somos; debo tener muy presente eso.
-Tuvimos un pequeño conflicto en casa ¿sabe?- continúe hablando por si le quedaban dudas al doctor- La madre del chico no tomó muy bien que ÉL tuviera novia, ya sabe como son las mujeres y sus celos maternales; hubo diferencias entre ellos y Koga escapó, ya sabe como son los chicos.
-Ah claro, claro... Bien, él está en la cama 41 de urgencias. Puede ir a verlo en lo que yo preparo los documentos para darlo de alta.
Le agradecí. Me dirigí hacia donde me había indicado. Entonces comenzaron mis nervios. Temo que Koga niegue lo que he dicho al doctor; pero más temo nuestras reacciones.
Koga está herido y confundido. No lo culpo, yo me siento igual. No sé cómo hacerlo entrar en razón y lograr que vuelva con Saori, que trate de comprenderla y que la escuche porque ni yo mismo soy capaz de hacerlo.
Treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta y... Aquí, justo detrás de la cortina está él. Mi corazón late con fuerza, tiemblo y sudo de las manos. Es hora de enfrentarlo, que él me enfrente, de encontrarnos, de comprender juntos lo que nos une y nos separa.
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Nada será igual
FanfictionSeiya y Saori eran prácticamente la pareja perfecta; estaban muy enamorados y, a pesar de las adversidades, ya hacían planes para su vida juntos. Sin embargo, el tiempo, la distancia y otras situaciones los separaron. Ahora, las cosas han cambiado y...