Nada será igual

Capítulo V - Lejos y cerca

A veces puedo notarlo en tu mirada. Esa frustración, ese deseo... Desde que eras un niño siempre lo quisiste, aunque sé que jamás lo admitirás, pero siempre quisiste saber de tu padre. Como siempre evado el tema, incluso ahora mismo que sólo estoy reflexionando en el silencio de mi mente. Y es que sólo de pensarlo me aterra, esa es la verdad, siempre he tenido miedo; quizá esa sea la respuesta, no sólo a las dudas que TÚ tienes.

Sé que ese tema siempre te ha enojado, pero creo que te molesta un tema del que no entiendes nada. Me acepto culpable por ello. Cuando se trata del tema de tu padre no digo ni mentiras ni verdades, sólo silencio. Pero es que no sé qué pensarás cuando sepas todo, quizá la verdad causaría estragos en ti... como lo haría en Seiya.

Seiya... de sólo pensar en él no puedo evitar sonreír. Si tan sólo lo conocieras; él es maravilloso, el mejor hombre que he conocido y el hombre de mis sueños (aunque, por muy extraño que parezca, quizá sí lo conoces, bastaría con que te miraras en un espejo y te analizaras con calma y a fondo, te encontrarías con una sorpresa). Pero ¿qué digo? ustedes jamás coincidirán en la vida (no deben hacerlo). A veces imagino esa vida perfecta que puedo haber sido, los tres: una familia.

Hace algunos años deseé que tuvieras una. Vi una oportunidad cuando me reencontré con un viejo "conocido", Julián Solo, quien los negocios y las ironías del destino lo volvieron a poner en mi camino; cuando supo que estaba "sola" no dudo en atacar; nos vimos un par de veces y a la tercera "cita" le hablé de ti. Él me aceptó en esas condiciones. Claro, el que no lo tomó bien fuiste tú. Apenas tenías 7 años y ya eras un celoso conmigo (la verdad no me sorprendió que fueras así). Todo el tiempo le hacías bromas a Julián (te burlabas de él en cada comentario que hacía, le pegabas papeles en la espalda con mensajes, le ponías chinches en su asiento, salabas su comida; no sé cómo lo hiciste pero una vez le cortaste mechones de su cabello). Los reclamos de Julián eran discretos, a mí me bastaba con que te tuviera paciencia y te tratara bien (mis sentimientos estaban aparte). Hasta que un día le pedí que pasara tiempo contigo, te llevó a pescar y al poco rato regresaron (él estaba hecho una sopa- empapado de pies a cabeza); me reclamó que lo tiraste del bote.

- Este niño es un salvaje... me imagino de dónde le viene ese carácter- me dijo y te sujetó con fuerza, alzó su mano para darte un "escarmiento" pero antes que lo hiciera le solté una bofetada que le volteó el rostro.

-No te atrevas a ponerle una mano encima.

-¡¿Qué te pasa?!- me había reclamado mientras ponía su mano en su mejilla roja- No vale la pena soportar más a este monstruito sólo para pasar una noche contigo... Con razón te abandonó ese idiota de Sei...- le solté otra bofetada antes de que terminara.

Obviamente no volvimos a salir, por negocios nos vimos algunas veces pero sólo me miraba con recelo. Tú y yo jamás tocamos el tema de nuevo, pero sospecho que todo ese episodio se quedó grabado en tu mente. Tus celos justificados, que no necesitas a un hombre que fuera tu ejemplo, y esa idea de que "alguien" me abandonó. No sé, quizá debí explicarte las cosas en ese momento. Ahora ya es tarde, parece que siempre seremos tú y yo; por mucho que Seiya quiera estar conmigo... y por mucho que yo desee estar con él, sólo se quedará en eso: un deseo.

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Esa mañana no era como las demás. Saori, estaba muy tensa, en días así era cuando más le molestaba su pierna, por lo que aquella mañana estaba acompañada de su bastón; sin embargo, eso no era todo, también notaba a su hijo un poco ansioso, ni siquiera en su primer día en el jardín de niños estaba así.

-Mamá ya es tarde ¿no?

-Aún hay tiempo de sobra, deja de ver el reloj a cada segundo y termina de desayunar.