Capítulo VIII - Confusiones

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Ese día fue uno de los más largos de mi vida. Después de la escuela, y aunque con mucha pena, fui a comprarme una prueba para hacérmela y confirmar mis sospecha; al final, el resultado fue lo que esperaba, una pequeña e inesperada sorpresa estaba a pronto de llegar a nuestras vida. Sin embargo, en ese momento, una confusión tenía colmada mi mente. Por un lado, la felicidad de darte un hijo (siempre supe lo mucho que deseabas formar una familia y muchas veces hablamos de ello, entre jugando y planeando, pero creíamos que aún faltaba tiempo para eso); por otro lado, todo eso me angustiaba, teníamos apenas 17 años, el bebé nacería poco después de que termináramos la preparatoria ¿qué íbamos a hacer? Además, no sé qué pensaría mi abuelo, siempre me decía que no te creía digno de mí pero que mientras me viera feliz y tú me respetaras, él estaba conforme. Pero ya un hijo tuyo (y a esta edad) quizá sería demasiado a su tolerancia. Pensé que lo mejor era decírtelo, de antemano sabría que no me dejarías pero quería saber tu opinión.

Como sea, no pude concentrarme en ello. Mi abuelo me pidió que estuviera lista para la cena con su nuevo socio: Ludwig. Él llegó muy puntual a la casa de Grecia. Ludwig era un hombre alto (imponente) y elegante, era de la clase de tipos que eran muy carismáticos (característica de un buen líder), además era un hombre muy elocuente e interesante. Yo sólo escuchaba su conversación, estaba muy inmersa en mis asuntos; además de que estaba cenando con mucho entusiasmo (desde que nos separamos no tenía ánimos de comer, pero en mi estado debía comer bien, quería que nuestro hijo naciera sano y fuerte como su padre).

-Como ve, esta sociedad nos convendrá a ambos- decía Ludwig al final de la cena mientras Tatsumi le servía un poco de whisky.

-Claro. Permítame un momento, revisaré los papeles en mi despacho. Pero pase a la sala, en un momento iré con ustedes- dijo mi abuelo indicándome implícitamente que atendiera a nuestro invitado.

Yo paseaba por la sala distraídamente, seguía inmersa en mis asuntos. Además, ese hombre no me daba buena espina y menos con esa manera de mirarme. Me senté intentando ser lo más educada posible. Sin embargo, él se sentó junto de mí y comenzó a hacerme la plática.

-No imaginaba que el señor Kido tuviera una nieta tan hermosa como tú.

Inmediatamente me percaté de sus intenciones. Y claro que no me importaba, podría ser un futuro socio de mi abuelo pero no le permitiría nada- Ah, sí...

-Y dime ¿cómo te trata la vida en Europa? Supongo que ya has dejado varios corazones rotos, como también debiste dejarlos en oriente- se acercó un poco y pude sentir su aliento con un ligero olor a whisky y tabaco.

-Tengo novio. Vive en Japón y se llama Seiya- declaré tajante.

Él sólo rió- Un chiquillo de lo más tonto, me imagino. Porque sólo un tonto te dejaría sola- se aceró aún más.

-¡Él no es un tonto!... Además ¿qué quiere decir con todo esto?

Sonrió- ¿Sabes? Eres muy hermosa y, aunque pareces muy tímida, tienes cierto carácter. Eso me agrada, en cierta forma me recuerdas a mi difunta esposa- tomó un largo sorbo de su bebida.

Me puse de pie inmediatamente, no quería que sucediera ahí otra cosa. Ludwig pareció comprender que no me parecía la situación y supo jugar bien sus cartas.

-Vaya, parece que te haces la difícil. Mejor aún, podríamos estar mucho tiempo con este juego; y antes de que me protestes, toma en cuenta que el futuro de la fortuna de los Kido en poco estará en mis manos. Sé que tu abuelo no podrá reusarse a mi oferta.

No supe qué responderle. Ese hombre parecía que conocía muy bien su juego. Mi abuelo interrumpió (afortunadamente); sin embargo, con la mala noticia de que iba a aceptar hacer negocios con Ludwig. Cuando él se marchó de la casa, mi abuelo me dijo que él nos había invitado a Italia a pasar unos días en su mansión (aunque quizá se convertiría en una estancia por tiempo indefinido en aquel país), definitivamente no quería y le hice saber a mi abuelo que ese tipo no me había caído bien; pero él me confesó que los negocios no andaban muy bien.

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