Capítulo I - Si pudiera verte otra vez

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ADVERTENCIA: ESTE FIC CORRESPONDE AL GÉNERO AU. LOS PERSONAJES AQUÍ EXPUESTOS PERTENECEN A MASAMI KURUMADA Y TOEI ANIMATION. ESTO ES SIN FINES DE LUCRO.

UN FIC ALTERNATIVE UNIVERSE (MÁS INCLINADO A OMEGA) ASÍ QUE NO SE AZOTEN Y DISFRÚTENLO. CUALQUIER PARECIDO CON ALGÚN OTRO FIC DE MI AUTORÍA ES MERA FALTA DE CREATIVIDAD... DIGO, ES QUE SABEN QUE ME GUSTA HACER GUIÑOS A LAS SERIES.

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Aquel invierno fue el más frío de mi vida. Fue en esa época la última vez que nos vimos. Recuerdo ese día con mucha claridad: el vuelo salía a las 12hrs. con destino a Grecia, yo llegué al aeropuerto de Narita desde las 11hrs., sabía que registrar el equipaje llevaba tiempo y quería estar contigo hasta el último segundo. Cuando por fin apareciste, corrimos a abrazarnos, aún no podía creer que te marcharías. Nos besamos con un arrebato que usábamos a veces (casi siempre cuando estábamos a solas).

Te sonrojaste y, con una sonrisa, me dijiste entre dientes: -Seiya, mi abuelo nos está viendo.

Yo lo miré y lo saludé con un leve movimiento de cabeza. Sabía que no era totalmente de su agrado porque no me consideraba digno de ti; no lo culpo, si fuera él, tampoco permitiría que un tipo como yo se te acercara. Pero qué le podía hacer si no pude evitar enamorarme de ti, y tú de mí... o eso creía... De cualquier forma, seguramente si en ese momento él hubiese sabido todo lo que ya había pasado entre nosotros, me habría mandado a fusilar. En fin, por mi parte, lo único que podía reprocharle a tu abuelo es que te apartara de mí, tal vez no con mala intención; en realidad se irían a Grecia porque él emprendería negocios muy importantes en aquel país.

Mientras esperábamos a que el vuelo saliera, estuvimos juntos en todo momento. Resultaría muy difícil estar separados un tiempo, apenas teníamos 17 años pero teníamos muchos sueños para el futuro. Cuando tu abuelo te dijo que ya era hora de despedirse, pareció que todo alrededor se detuvo. Nos besamos por última vez y cuando terminamos te apoyaste en mi pecho y luego fingiste acomodarme la bufanda blanca que me acababas de obsequiar, aunque sólo lo hacías para contener las lágrimas (habíamos prometido no llorar más porque juramos que nos volveríamos a ver). Alcé tu rostro hacía mí y te dije, también tratando de convencerme a mí mismo: -Tranquila, todo estará bien... Ten, quiero que lo tengas y lo conserves como un tesoro- te dije entregándote un colgante con una piedra.

Te fuiste con la promesa de que pensaríamos siempre en el otro y que nos escribiríamos diario; naturalmente no podríamos hacerlo diario, pero sí frecuentemente. Las cartas llegaban casi cada semana, y las respondía inmediatamente contándote sobre nuestros amigos y la escuela; tú me hablabas sobre lo difícil que era adaptarse a otro país y a una nueva escuela, sobre todo siendo el último año de la preparatoria. Siempre los dos terminábamos las cartas diciendo lo mucho que nos extrañábamos.

Pero un día tus cartas ya no llegaron. Escribí varias pero sin una respuesta; tiempo después eran regresadas sin abrir. Mi espera de una respuesta se convirtió en días, los días en semanas, en meses, años y luego una espera casi eterna. Sin más, desapareciste.

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Aquella mañana Seiya se preparó para dar un paso importante en su vida. Estaba a punto de comenzar de nuevo. Muy temprano iría al edificio de gobierno de la ciudad para dar término a un importante episodio en su vida: por fin firmaría su divorcio con Miho. Lamentaba mucho que esos casi 2 años de matrimonio no funcionaran, pero se alegraba ya no hacer sufrir más a esa mujer. Ahora ella se quedaría a vivir en Osaka (la distancia haría superar el trago amargo- le había dicho). Sin duda, el fin de ese ciclo no sería tan malo, habían quedado en buenos términos, vendieron su casa y dividieron el dinero a la mitad, no tenían más propiedades y, por fortuna o desgracia, tampoco hijos, ni nada que los uniera. Como era de esperarse, todo salió bien. Cuando Seiya llegó a firmar, le indicaron que Miho se acababa de ir (ella ya había hecho su parte); le hubiera gustado despedirse de ella, pero quizás era lo más sensato no verse mientras las cosas estuviesen tan frescas.

Nada será igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora