Capítulo XVI - Todo o nada

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De nuevo me encontré en medio de la oscuridad cuando esa mujer cubrió mis ojos otra vez. No entendía qué era lo que pretendía Medea... Tenía tantas ganas de que me dejara hablar y poder decirle todo lo que Ludwig había querido hacerme desde el instante en que nos conocimos o por lo menos saber por qué me estaba haciendo esto. Tenía miedo, creo que desde que la conocí hace años desconfié de ella pero ahora no era la dama que yo recordaba, ahora era una mujer indescifrable, que parecía capaz de hacer cualquier locura.

Cuando me dijo que llamaría a nuestro invitado lo primero que me vino a la cabeza fue su esposo. Un escalofrío recorrió mi espalda ante la idea que llevaría hasta ahí a Ludwig para enfrentarnos a ambos o, peor aún, poder cumplir la fantasía que su marido tenía conmigo. Creo que hubiera preferido encontrarme sola e indefensa con ese horrible hombre en lugar de lo que realmente planeaba Medea.

Escuché con toda claridad cómo usó su teléfono móvil para marcarle a alguien e inmediatamente comenzó a hablar con su fingida voz de distinguida dama- Mi querido Seiya- apenas escuché ese nombre y sentí que mi corazón explotaría- Sabía que por fin atenderías mis llamadas- hubo un silencio en el que seguramente él le respondió- Tranquilo, sé que estás muy ocupado pero... verás, tengo algo aquí que podría interesarte- otra pausa- No, no, no, no estoy jugando; pero supongo que la señorita Saori es muy importante para ti- pareció que ella escuchaba a Seiya y empezó a reír- Claro que no es una broma mi querido Seiya, pero si tú crees que lo es yo no tendría problema en deshacerme de ella- de nuevo rió mientras escuchaba- No tienes porqué usar ese lenguaje conmigo ¿sabes? ... Pero te diré una cosa, podemos llegar a un acuerdo si vienes aquí.

Otra pausa pero esta vez yo intenté gritar, levantarme, ir hasta ella y arrebatarle su condenado teléfono para decirle a Seiya que no se preocupara, que esa mujer era capaz de muchas cosas y que no quería que él se arriesgara por mí. Pero no pude moverme, apenas pude hacer sonar las cadenas que me tenían cautiva. En respuesta a mis movimientos, sólo pude sentir cómo ella se acercó y colocó su pie sobre mi pierna (la que de por sí quedó permanentemente adolorida por mi accidente), provocando que el tacón de su zapatilla se encajara en mi piel.

-Será mejor que vengas pronto porque se está inquietando mucho y no quisiera ponerme tosca para tranquilizarla. Apresúrate que necesitamos hablar los tres- ella de nuevo calló esperando una respuesta- Tranquilo, te daré la dirección pero pon mucha atención: si se te ocurre venir acompañado o decirle a alguien que está conmigo, tú, ella y su hijito bastardo sabrán de lo que soy capaz.

Ella le proporcionó la dirección y los detalles del encuentro. La verdad no le puse mucha atención, mi cabeza sólo repasaba una y otra vez su advertencia. Sentía que mi vida se me estaba escapando de mi cuerpo, Seiya y Koga estaban en peligro y por mi culpa. De nuevo mi culpa. Todo era mi culpa. Era como si sólo supiera fastidiarlos.

Si tan sólo hubiera sido honesta, si hubiera dicho todo a tiempo, nada de esto estaría pasando. Koga, Seiya y yo estaríamos ahora en casa tranquilamente. Yo amaneciendo en sus brazos luego de pasar toda la noche haciendo el amor, mientras nuestro hijo estaría dormido plácidamente en la habitación contigua; y cuando despertara y Seiya viera en mis ojos alguna duda, me besaría y me diría con esa cálida sonrisa que lo caracteriza que jamás dudara que haberlo buscado luego de mi accidente y adoptar a Koga fue lo mejor para los tres, que criarlo y verlo crecer han sido los mejores años de nuestras vidas...

Pero qué tonterías pienso. Fui cobarde y egoísta y ahora lo estoy pagando. Quizá el castigo más justo por todos mis errores es que esta mujer me destruya poco a poco. Lo único que lamento es que esté arrastrando a mi desgracia a los dos hombres que más amo en este mundo.

Nada será igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora