UN ÚLTIMO DESEO - PARTE 4

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Caminábamos, Yuk y yo, por unas solitarias calles de algún barrio para poder conversar sobre su "último deseo", que es lo que quiere exactamente y como podría ayudarle. Las calles se encontraban solitarias a pesar de que eran cerca de las diez de la noche y nos encontrábamos en pleno verano. Esos demonios que atacaron a Yuk ya no existen, los maté. No duraron mucho, a decir verdad. Yo daba pasos lentos para que Yuk no tenga que caminar tan rápido para seguirme el paso.

—Debo decirle que estoy muy agradecido con usted, Dama de Negro –comentó después de llevar casi una cuadra de silencio, de hecho, era las primeras cuadras de civilización urbana. Al salir del rio tuvimos que atravesar un gran sitio lleno de pastos altos y luego de esto había una calle que separaba lo verde de la naturaleza y lo gris de las construcciones humanas.

—Ya te dije que no agradezcas hasta que lo cumpla –respondí un tono un poco frio.

—Y yo te dije que con que me des esperanzas soy feliz, al menos seré feliz porque lo intenté y no me rendí. –Me contestó y yo la mire de reojo—. Y tranquila, sé que con el tiempo dejaras de tener miedo a fallar y serás más arriesgada y superaras lo que te sucedió en "aquella vez" –soltó con simpleza y yo quede totalmente helada parada, ella continúo caminando. No sé si dio cuenta que me quede atrás.

¡AY ESTA GATA!!! Exploté por dentro, la verdad que "aquella vez" fue la última vez que intenté cumplir un "último deseo" y fue que fallé y fue tan horrible que juré nunca más cumplir de esos deseos, pero mi corazón tan sentimental hizo que le respondiera que sí.

—¡OYE! –grité y ella se giró a verme—. No puedes andar leyendo mi pasado, así como si nada, es... es... es –tartamudee buscando la palabra— descortés, no es educado, no es de gata educada.

—¿Me acabas de llamar mal educada? –dijo seria.

—Pues pues pues –tartamudee—. ¡SÍ! –solté al fin.

—Pues te pido perdón –habló de una manera más suave—. La verdad es que en ti veo mucho potencial y ese miedo que tienes lo está trabando, te estanca y yo quisiera ayudarte a que no quedes estancada tal y como me ayudas. Si me dejas puedo ser tu ayuda y lo que haya sucedió "aquella vez" dejara de estar estancada y lograras liberar todo tu potencial.

—Escúchame Yuk –hablé seria—. Que yo te ayude no significa que debas de ayudarme si o si ¿Ok? Yo acepte ayudarte porque es parte de mi trabajo ofrecer esa ayuda, no hace falta que me devuelvas el favor ¿Ok? Y no te pedí ninguna ayuda en ningún momento así que te pediría que por favor dejes de intentarlo ¿Ok? Y para tu información no estoy estancada o trabada. Conozco mi potencial, sé hasta dónde soy capaz y sé que no tengo mucho poder –inhalé hondo y continúe hablando—. Te pido que por favor no seas una gata tan metiche ¿Puedes? –dije con un tono de voz que denotaba algo de odio.

Ella suspiró y yo quedé pensando "¿Los gatos sueltan suspiros?" porque en la vida real no vi a ningún gato hacerlo, aunque ahora esta forma de su alma y quizás eso le des más libertad de expresiones.

—Está bien, dejare de intentar y no tienes ningún problema, entendí –contestó de una manera muy calmada que me sorprendió después de como la trate—. Perdón por ser tan entrometida –agregó después de unos segundos de silencio, esa última frase me hizo sentir que fui un poco mala.

—Yo lo siento, también –respondí—. No debí haber reaccionado así, es que hablar de "eso" me pone un poco nerviosa.

—Entiendo, yo no debí entrometerme. Debí dejar que el tiempo se encargué de ti y respetar tu decisión.

—Y dale con que tengo un problema, no tengo un problema –respondí alterándome un poquito otra vez.

—Está bien, está bien ¿Quieres que comencemos a hablar del deseo? –contestó cambiándome de tema y yo sentí alivio y alejé esas ideas de que tengo un problema o ando trabada de mi mente porque en realidad no lo estoy.

—Ujum –contesté asintiendo con la cabeza—. Comencemos con eso –ordené.

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