UN ÚLTIMO DESEO - PARTE 7

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La gente iba y venía por la cuadra, estaba siendo un día movido y las calles y veredas estaban siendo muy transitadas. Yuk y yo estábamos parados allí en medio de una cuadra y ni nos notaban. Ya saben porque, la gata se encontraba en su forma alma que le permite estar con la limitación de no poder ser vista, escuchada o tocada. Al dar una forma alma hay que establecer sus límites de interacción con el mundo físico, me olvide de contarles. Y yo soy un ángel, estoy en modo oculto por así decirlo. Tiene otro nombre, pero así le llamo yo. Solo esperábamos ver a alguien, a la madre de Catriel y Carla llamada Andrea. Ella salía de su trabajo de oficina ahora las 12:30 pm

Mire mi reloj y sus manecillas marcaban las 12:23 pm y podía ver a través de las ventanas del local que la gente allí adentro estaba limpiando y guardando las cosas. Era una peluquería, aquí trabaja la madre de los niños. Ella es dueña y tiene otra peluquera que la ayude. Andrea se encargaba de limpiar los objetos e ir guardándolos mientras que la otra peluquera barría el pelo. Antes tenía otras dos peluqueras, debido a que era muy famosa la peluquería de Andrea y tenía muchas clientes, pero cuando los demonios atacaron hicieron que perdiera fama y también corrompieron a las otras dos peluqueras para que le robaran a Andrea. Tuvo que despedirlas.

¿Qué hacemos aquí? Pues nos encargaremos de dar los regalos que Yuk tenía planeados. Dos ya estaban listos, pero aún no los podía dar. Eran los regalos para los padres. Ahora estamos por intentar que los regalos de los niños lleguen.

El reloj marco 12:28 pm y las luces en el local se apagaron. La otra peluquera salió y tras de ella Andrea. Vi como colaron llave a la puerta y cerraban una puerta reja colando un candado.

—Es tu turno Yuk –avisé—. Ve –ordené.

En mi mente recite las palabras que quitan las limitaciones a Yuk y quitan mi modo oculto. Ahora la pequeña felina podía ser vista, escuchada y podía interactuar con el mundo físico. No la veían como un fantasma, si no como una gata. Andrea le vería como la gata que tenían sus hijos y un día misteriosamente desapreció. A mí me verían como una chica de pelo ondulado teñido de un color azul, con zapatos unas medias negras que llegaban hasta arriba de mis rodillas, una falda negra hasta cerca de las rodillas, una remera negra y una campera negra. con unos bonitos ojos azules oscuros. Y llevaba en la mano una caja de carton. La imagen de una amiga que tenía en mi vida humana. Ella me presta su imagen para este tipo de cosas, en especial para lo que haré.

Yuk se acercó a Andrea maullando para captar su atención. Tal y como lo espere capto su atención. Pude sentir la sorpresa en Andrea e inevitablemente sonreí, mi plan marcaba bien. No lo olviden, puedo percibir sentimientos.

—¿Yuk? –preguntó Andrea aun sorprendida—. ¿Eres tú? –ella se puso de cuclillas para acariciar a la gata la cual se dejó—. ¿Eres tú Yuk? –preguntó otra vez y yo quería llorar, sentía alegría en su corazón.

Una escena muy bonita y emotiva, pero van a tener que perdonarme por lo que haré.

—¡Yiyi! –grité mientras caminaba hacia ellas y Yuk volteo para verme y luego escapar de las caricias de Andrea y venir corriendo hacia mí. Como notaran Yiyi es el nombre falso de Yuk que tiene que usar para mi plan. Por otro lado, me sentí mal al percibir como las ilusiones de Andrea se rompía, no iba a poder llevarles a Yuk a sus hijos. Sentía que ella volvía a la idea de que la gata había muerto o alguien se la llevo. Cargue a Yuk en mis brazos mientras con una mano sostenía una caja.

—Perdone –dijo Andrea—. Tenía una gata en casa y se parecía mucho a ella, la confundí. Yo fingí una sonrisa ante sus palabras.

—No, no, no. Perdóneme usted –insistí—. Yiyi se me escapó, fue mi culpa –argumenté.

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