Quieren conocer a tus padres (Parte 2)

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Ya casi se acercaba la hora para irnos y mi papá aún no está listo, mamá sí; ella nunca ha sido una mujer de llegar tarde a lugares, creo que eso lo heredé de ella, si llego tarde a un lugar es porque algo pasó, en cambio mi padre no, él siempre ha sido muy despreocupado en ese aspecto y la verdad nunca me ha molestado, pero hoy sí, está es una ocasión importante y que él no esté listo me estresa.

–Listo –dice mi papá bajando las escaleras. Mi mamá y yo lo estábamos esperando en la sala.

–¡Por fin! –exclamo –Vamos al carro.

Salimos de la casa faltando diez minutos para las siete. Llegamos a la casa de Eli justo a tiempo, mi padre ayuda a bajar a mamá, tocamos la puerta y nos abre Elizabeth.

–Hola –me saluda con una gran sonrisa. Lleva puesto un enterizo de esos que son de tela fresca, se veía muy bonita.

–Hola Eli.

–Pasen –ella nos da permiso para pasar –es un placer por fin conocerlo señor Collins.

–El placer es mío –se agarran las manos.

–Vengan, por aquí –Eli nos lleva al comedor en donde están sus padres –señor y señora Collins, ellos son mis padres.

–Es todo un gusto –se acerca la mamá de Eli a nosotros y les estrecha la mano a mis padres, lo mismo hace el señor Eric –Carol para ustedes.

–Y yo Eric –mis padres les sonríen.

–Melissa –dice mi madre –y él es mi esposo William.

–Es todo un placer conocerlos –dice mi padre. Eli y yo solo sonreímos.

–Siéntense –dice la señora Carol –esto es para ustedes –nosotros le obedecemos. El señor Eric se sienta en el cabezal de la mesa, a su mano derecha la señora Carol, a su mano izquierda mi padre, al lado de mi padre está mi madre, enfrente de ella está Elizabeth y yo estoy al lado de Eli. La comida ya estaba en la mesa, había un recipiente con arroz, un recipiente con pollo, otro con carne y otro con la ensalada. También había dos jarras con jugo.

–Vamos a dar gracias –dice don Eric, todos nos tomamos de las manos y agachamos la cabeza –amado padre de la gloria, hoy te queremos dar las gracias por el alimento que has puesto en nuestra mesa y gracias por los invitados, te pedimos que lleves alimento al que lo necesita, amén –nos soltamos y comenzamos a servirnos.

–¿Y a qué se dedica señor William? –pregunta la señora Carol.

–Soy profesor en el colegio Romero –le responde mi padre –¿Lo conoce?

–Claro que sí –dice ella.

–Tienen una hija muy inteligente –comenta mi mamá.

–Lo sacó a su madre –dice don Eric.

–Muchas gracias –dice Eli.

Y así seguimos la cena, conociéndonos, tirándonos halagos, comentando sobre algunas cosas y de vez en cuando había risas.

–Estuvo muy rico señora Carol – digo y ella me sonríe.

–Sí, que cena tan rica –dice mi padre.

–Me alegra que les haya gustado –dice la señora Carol. Hubo un pequeño silencio y la verdad es que no tenía nada en mente para sacarnos de eso.

–La verdadera razón de que los hayamos invitado no era precisamente para conocerlos –suelta el papá de Eli.

–El cáncer es un tema muy serio –toda la atención cae sobre la señora Carol –la mamá de mi papá murió de cáncer cuando él tenía dos años –su mirada cae –creció sin ella, creció sin conocerla –vuelve a levantar la mirada –pero nunca creció sin amor pues sus abuelos lo criaron y le dieron toda la atención que necesitaba. Cuando él creció se casó con mi madre, tuvieron a mi hermana y a mí, éramos una familia muy unida y alegre, pero cuando yo tenía ocho años le descubrieron cáncer a mi mamá, esa fue una enorme noticia para nosotros y más para mi padre, ya que él ya había perdido a alguien por culpa del cáncer; no podía imaginar una vida sin mi madre, para una niña de ocho años era simplemente doloroso imaginar perder a alguien que se suponía que iba a ser eterna. Gracias a Dios todo salió bien y ella ahora es sobreviviente, y cuando Eli me contó por la situación que ustedes están pasando no pude evitar llorar porque ya he estado en la situación de ustedes... Y no es linda, por eso quiero, señora Melissa, que nos deje a mi esposo y a mí encargarnos de todos los gastos que conlleva el tratamiento –puedo sentir como mis ojos se llenan de lagrimas, volteo para ver a mi madre y ella ya estaba llorando.

Mientras la miro (Entre miradas I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora