-¿Es enserio?-confundido, delante de su maestro- No entiendo, ¿Por qué yo?.
- ¿No lo harás?- respondió el hombre sentado frente al albino.
-Solo quiero entender.
-Muchacho, tengo mis razones- dando el último sorbo a su té- Espero que no me dejes mal, después de todo te recomendé y di mi sello personal de extrema confianza.- depósito una tarjeta en la pequeña mesa, entre dos tazas de té vacías.- Ahí viene la dirección- camino a espaldas del albino y dio un ligero toque en el hombro de este - Confió en ti.
Fukuzawa leyó la tarjeta y al día siguiente estaba delante de una gran casa estilo occidental, el jardín lleno de hierbas malas, pasto tan crecido que para pasar a la puerta principal y tocar el timbre tenía que levantar los pies más arriba de los estimado y cuidadosamente para no caer o pisar algo extraño. Toco el timbre y nada..- Parece no funcionar- decidió tocar a la antigua.
Se escuchó algo caer, poco después pasos.
-¿Quién es?-una voz detrás de la puerta.
-Soy Fukuzawa Yukichi, Soseki sensei me ha enviado.-la puerta se abrió mostrando a un joven pelinegro- como su guardaespaldas.
-No lo necesito-le cerró la puerta en la cara.
El albino, antes de que la puerta se cerrara por completo metió un pie, después empujo un poco-Disculpe por la intromisión- dijo mientras se metía en casa ajena- Pero simplemente no puedo irme.
-¿Porque?-Respondió el pelinegro, claramente asustado por la acción del albino.
-Justo por este tipo de situaciones, es que necesita de un guardaespaldas, si hubiese sido un asesino, usted estaría más que muerto.
El pelinegro, solo estaba ahí de pie, tratando de comprender la situación.
-Se que Soseki sensei vino hace unas semanas y me recomendó, estoy aquí porque él le dio su palabra de poner a alguien para protegerlo.
-¿Protegerme?- su rostro confundido paso a uno molesto- ¿de que me vas a proteger?, ¿de mi mismo?- camino hacia Fukuzawa.
-No se mueva-habló fuertemente el albino- los pies descalzos de Mori estaban a punto de tocar el cristal, un jarrón roto estaba a escasos centímetros de ahí, era lo que se había escuchado caer antes de que le abrieran la puerta.- Hay cristales rotos..
El pelinegro se mordió el labio, su rostro mostraba una clara frustración.
-¿Tiene una escoba?-pregunto Fukuzawa, ahora con un tono más amable-lo recogeré.
-Al final del corredor, primera puerta a la izquierda- fue lo que dijo , sin moverse. Fukuzawa pasó rápidamente a su lado directamente a donde se le indico, un pequeño cuarto de limpieza, aparentemente sin haber sido abierto en mucho tiempo, tomó lo necesario y cerró la puerta. Cuando terminó de limpiar vio al pelinegro sentado en un sillón.
-Señor Fukuzawa, hablemos.-dijo el pelinegro.
-No soy tan mayor- respondió mientras se acercaba a la sala de estar- a lo mucho cuatro años más que tú.
-¿ahora me hablas de "tu"?, ¿Qué pasó con el "usted"?- dijo el pelinegro.
-Yo hablo de usted a mis clientes, pero debido a que no ha querido formalizar el contrato y que trato de echarme de aquí...bueno solo me queda hablarte así.
-Precisamente de eso quiero hablar, Soseki solo me dijo que enviaría a alguien solo para velar por mi.
-Y a eso vine, vengo como guardaespaldas.