El gran perro de tres cabezas luchaba ferozmente por no dejar salir a cierto chico vendado.
—¡Déjame ir! —jalaba de una de sus vendas que era presa de una de las tres bocas — ¡Asco me babeas! —Una de las cabezas del perro se restregaba contra el joven.
—Cerberus, dejalo ir— Una voz tranquila calmó a la bestia.
—Gracias —Dijo Dazai, junto a el corria uno de los rios del inframundo, se acerco y al notar su reflejo —Me dejo hecho un desastre —Su traje negro cubierto de baba, las vendas que tanto tiempo le tomo acomodar algunas estaban flojas, se giro y noto que la espalda de su saco estaba roto.
—Yukichi —se escuchó otra voz que se acercaba. No tardó en aparecer un pelinegro que se lanzó a los brazos del ojiazul —No te puedes ir, quédate un rato más. —Notando a Dazai que los miraba con cara de fastidio mientras se besaban. —Dazai,¿sigues aquí?,¿porque no has ido al trabajo? espera, ¿porque estás vestido así?— separándose de Fukuzawa camino hacia el joven —¿Planeabas ir así al trabajo?,¿quieres arruinar el prestigio de nuestra labor?
Dazai intentó responder a su primera pregunta, pero al verse atacado por montones de preguntas decidió callarse hasta que explotó—¡Tu perro me hizo esto!
—¿Cerberus?—miro al perro que se hacia el tonto detras de Fukuzawa
—Dazai tiene razón —respondió Fukuzawa—Cuando estaba por irme, vi que estaba jugando con él.
—¿Jugar?, ese perro siempre me molesta cuando voy a salir— respondió totalmente indignado
—Solo quiere jugar contigo— respondió Mori —es como un enorme cachorro que quiere atención.
—¡Pero Cerberus es tu perro!, quien debe de darle atención eres tú— dijo Dazai mientras se retiraba el saco roto.
—Y tu eres mi hijo, formas parte de la familia — le dio una palmada en el hombro —También tienes que cuidar de Cerberus.
—Por eso no me gustan los perros —murmuró
—¿Dijiste algo?
—No nada—miro hacia otro lado, igual que Cerberus, se hizo el tonto.
Después de un rato, llego al trabajo con un nuevo traje negro. Era un pequeño edificio un tanto lujoso pero elegante y modesto. A las puertas habia se encontraban dos guardias de seguridad, con gafas e igual usando un traje negro.
—Buen día jefe— saludaron los hombres al ver a Dazai.
Asintió con la cabeza a modo de saludo y entró. Enseguida fue abordado por una mujer, que le entregó un montón de papeles que requería su firma. Después entró a su oficina, una vez cerrada la puerta con seguro, camino hasta su librero, moviendo un libro, el mueble tembló momentáneamente y se creó un pasadizo, el joven con su montaña de papeles camino por el estrecho pasillo, a cada paso que daba se podía escuchar el llanto de alguien.
—Dazai, ¿en que trabajas?—Preguntaba Chuuya mientras sorbía un poco de su café latte —Es algo que desde hace mucho he querido saber.
—No es tan interesante —respondió un Dazai con la cabeza pegada a la mesa
—Me intriga saber, siempre que tenemos una cita llegas en un estado de pena—tomando su mano—Puedes decirme ¿no confias en mi?
—No es eso, claro que confio en ti — colocando la mano del pelirrojo junto a su mejilla —Chuuya, eres lo mejor que he conocido en mi vida, confío en ti...solo que mi trabajo no es muy agradable que digamos
—Si tanto te incomoda, ¿porque no lo cambias?—dio un leve pellizco a la mejilla de Dazai —puedo preguntarle a mis padres si te pueden ayudar a conseguir otro trabajo.