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Cuando Gissele llegó a casa de sus padres, detuvo el carro frente al portón, desde adentro la vieron por las cámaras de seguridad y le dieron al control remoto para abrirlo, todo seguía dentro de los límites de su acostumbrada normalidad. Entró. El portón se cerró. Estacionó el auto y atravesó el jardín para luego entrar por la puerta de la cocina. Los límites de su relativa normalidad se rompieron en aquel momento. Ya era media hora más tarde de lo que habían planeado, así que al ver que la cocina estaba totalmente vacía supuso que la estarían esperando en el comedor. Soltó su bolso en una silla que estaba en el pasillo y ni bien había llegado al comedor ya había empezado a disculparse por la hora. Pero, ¿para que? Las sillas del comedor estaban totalmente vacías, no había plato alguno sobre la mesa, en el comedor no había una sola alma y toda la casa estaba en completo silencio. Cuando llegó a la sala de estar, se dio cuenta del por que:

Sus padres estaban sentados en el sofá. Lo único que se podía oír era su madre llorando a moco suelto, sentada junto a Kathleen, quien le sostenía fuertemente la mano izquierda. Estaba muy alterada.

El señor Schettino, le sostenía la mano derecha a su mujer, mientras miraba fijamente al suelo. Solo Kathleen se inmutó por la llegada de Giselle, tenía la mirada un poco triste, pero no decía nada, estaba tratando de consolar a su madre.

Marcus, de pie, con la mano apoyada en un sillón junto a la escalera y la misma mirada baja que los demás, le dirigió una mirada a Gissele, quien parecía no entender nada, o no querer entender nada. Siguió desplazándose por la sala, caminando poco a poco hasta donde estaba Marcus, pero cuando estaba a punto de llegar miró a Kathleen y esta le regresó la mirada. No pudo hacer más.

Movió la cabeza sorprendidamente de lado a lado, negándose a aceptar los hechos. A paso constante emprendió carrera hasta la bonita terraza en donde se hacían las parrilladas familiares y que sólo estaba separada de la sala por una puerta doble de cristal, y faltandole el aliento, en ese frío lugar donde tantos recuerdos habían pasado, empezó a llorar.

Marcus la siguió, y como pudo la abrazo. Giselle estaba temblando:

-No- decía Giselle

-Lamento que esto tuviese que pasar, y lamento que pase hoy. -  trato de consolarle Marcus- El decidió lo que quería, se suicidó. Si te sirve de algo, el cáncer lo habría matado en algunas semanas.

<<¿El qué?  ¿cáncer? >>. Pensaba Gissele.

Marcus seguía abrazandola y tranquilizandola, pero ella seguía sollozando.

-¿Cómo?- preguntó entre hipidos-¿pero que cáncer?

-El cáncer de páncreas. Tu tío Dani acaba de morir-Dijo Marcus- lo siento. ¿Estás bien?

-Señor. -Suspiró, y dijo- Mi tío Dani, pensé que se trataba de mi hermano.

-Oh. Crei que...

-No, no,  es que... - hizo una pausa por algunos minutos, luego agregó:- Mi mamá ha de estar destrozada. Laura probablemente lo esté cuando le avisen. - A continuación, dio un último sollozo, lo cortó con un suspiro y caminó hacia la sala.

Marcus siguió a la cocina y preparó té para todos.

Sentada en la mesita de café, de frente al sofá donde estaban sus padres, Giselle, recogió las tazas de te, ya vacías,  y le ofreció un poco más a su madre. Giselle aún sollozaba de vez en cuando.

Se levantó con la bandeja de té en las manos y dijo :

-Debería avisarle a Laura.

-También hay que decirle a Daniel. -  Respondió su padre.

Gissele solo siguió caminando hasta llegar a las escaleras.  Llegó a la cocina y escucho el fúnebre llanto de su madre y a su padre diciéndole a Kathleen que llamara a Daniel.

Frego las tazas del té y puso a hervir una tetera de agua. Mientras esperaba por el agua se sentó junto a Marcus, que estaba devorando una ración de vegetales, pollo y puré.

-Deberías comer algo.- sugirió Marcus.

-No puedo. Solo quiero ir a casa y descansar. Ni siquiera quiero llamar a Laura. No quiero ver mi teléfono. Deberíamos estar en casa descansando.

-Deberíamos estar teniendo nuestra cena de aniversario. - corrigió Marcus, pero eso no le hizo empatizar nada con Giselle.- A lo que me refiero- corregía Marcus- es que nada de esto debería estar pasando.

-Pero no es así. - condenó Giselle.

En la forma en que ella veía todo, era solo cuestión de tiempo antes de que algo sucediera. Podía pasar que Daniel apareciera. Podía pasar que no apareciera. Podía pasar que apareciera muerto. E incluso podía pasar que la noticia se corriera, que alguien más se enterara y preocupara a su familia. Desde donde lo veía Giselle, se sentía más segura mientras esto se mantuviera en secreto.

11:00 p.m y Giselle se levantó de la mesa de la cocina y sirvió el té para sus padres. 11:02 y Marcus se levantó a fregar los platos y a guardar las sobras de la comida. 11:04 y Giselle tomó su teléfono para llamar a Laura. Ella solo salió corriendo con las llaves del auto en la mano, dejando tirado en la mesa su teléfono celular.


-Abre el portón- Fue lo único que dijo Gissele antes de salir corriendo al pasillo, tomar su bolso y las llaves del auto y encenderlo. Retrocedió para salir del garaje, enderezó el auto y empezó a avanzar hacia el portón antes de que estuviese abierto, pero no llegó a el, detuvo el auto antes por que Marcus se había parado allí de plantón.

-Son las 11 de la noche ¿a donde vas? ¡baja del auto!- Gritó Marcus. Su voz se estaba quebrando, doblegada por la desesperación.

-Sube al auto. No hay tráfico a esta hora. Llegaremos en 30 minutos.

-¿llegaremos a donde?- volvió a exigir Marcus.

El flujo de emociones con las que se hizo Gissele en tan poco tiempo, no podían compararse con ninguna experiencia previa. Se sentía intranquila, un sudor frío brotaba de sus manos, <<estoy temblando>>, se advirtió a si misma, luego de que una voz proveniente del exterior del auto, dijera lo mismo.  

-...y estás pálida- Añadió la voz.

Ella bajó la mirada. Trataba de ignorar todo lo que sucedía a su alrededor. Se quedó pensativa. Con un pie en el acelerador y las manos en el volante solo tenía ganas de aumentar la velocidad y conducir hasta encontrar a Daniel. Pero la autopista era peligrosa a esa hora, no sabía en donde se encontraba su hermano y tampoco era una conductora hábil. Ignoraba también la voz que le hablaba, hasta que esta dijo:

-¿Daniel murió?

Era Kathleen; y empezaba a romper en lágrimas. En su mano apretaba con fuerza su teléfono celular. Y sus lágrimas solo se interrumpieron cuando Marcus se acercó y le quitó el teléfono, el cual empezaba a sonar, como si estuviera llorando por la constricción que le aplicaba la mano de Kat. Su hermana hacia lo mismo con el volante del auto. De nuevo lloraba, y aunque ya había perdido la cuenta de cuantas veces se había quebrado en ese día, sabía que esta era la vez que más derrotada se había sentido en toda su vida.

Esa noche, Marcus condujo a casa. Giselle no paró de llorar hasta que llegaron y lo primero que hizo fue quitarse el vestido formal que llevaba puesto, atarse el cabello tipo cola de caballo y ponerse una pijama. Y entonces se fueron a dormir. Marcus estaba abrazandola pero ella seguía llorando por dentro, en silencio. Sus ojos de habían quedado sin lágrimas. Y aunque el durmió como si nada, ella no espavilo en toda la noche.

Giselle (#Wattys2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora