André: Buen día amor. ¿Cómo va todo? ¿Qué tal ha ido el viaje?
El mensaje había sido enviado la mañana del día anterior, pero Laura lo acababa de leer y fue cuando le respondió.
Laura: Estoy en casa de Giselle amor. No todo ha ido muy bien.
Al otro lado del teléfono, en Merida, André no volvió a responder el mensaje de Laura, en su lugar la llamó . Se acababa de levantar. Luego de su alarma despertadora, lo siguiente que escucho fue su teléfono chillando por el mensaje de Laura, y de nuevo en Maracay, lo siguiente que Laura escuchó fue su teléfono vibrando por la llamada de André.
-No puedo hablar ahora amor- Dijo Laura
-¿Qué pasó Laura?
-Es muy complicado, cariño no puedo contarte, no puedo hablar, te llamo luego.
André le cortó el teléfono y volvió a escribir un mensaje.
André: ¿Qué pasó?
Laura: Problemas mayores.
Laura: Pero te explicaré luego.
-Por fin. Que bien que despiertas porque la nevera esta hasta el tope de aire y no tengo llaves para salir de casa e ir a desayunar.- Dijo Laura a Giselle que venía saliendo de su habitación.
-¿Está vacía? La nevera no está vacía. - Aceleró el paso hasta la cocina y sacó del congelador un Tupper Ware con una mezcla color crema congelada. La puso sobre la mesa y dijo :-No está vacía.
Giselle era pésimamente mala en la cocina, desde tiempos inmemoriables. Sus habilidades se reducían a preparar una ración de cereal con leche, preparar un sándwich (siempre que no hubiera que tostar el pan porque lo quemaba), llenar la cafetera automática con agua y granos de café, o a rebanar y pelar frutas y vegetales con la previa explicación de quien las fuese a cocinar. Era perfectamente capaz de convertir la más sencilla y deliciosa receta de panquecas en un amasijo de carbón que no tenía ni pies ni cabeza y que de paso quedaba crujiente por los pedazos de cáscara de huevo que no tenía cuidado en quitar.
No era como Kathleen, que a pesar de estar día y noche entre los estudios de su especialidad y las guardias de 36 horas que cumplía en su internado del hospital siempre conseguía tiempo para cocinar algo de comer porque le encantaba la cocina. Giselle odiaba cada segundo que tuviera que pasar en la cocina, sus aliados permanentes eran cualquier cafetería que estuviera cerca o los números de servicio de comida a domicilio. Cuando estaba en su casa, al momento de comer escogia lo más sencillo, y es por ello que estaban esos Tupper Ware con la mezcla color crema en el congelador, si lo ponía un par de minutos en el microondas se derretiria y luego otro par de minutos en la waflera y ya tenía su desayuno favorito.
Laura le preguntó, mientras metía la mezcla al microondas para descongelarla, porque congelaba la mezcla para Wafles. La respuesta ya era un poco obvia, sabía que su hermana odiaba la cocina y no necesitaba una respuesta a porque congelaba la mezcla del wafles, aunque no creyó nunca que su hermana tomara tales medidas con respecto a la cocina. Giselle le dio una vaga respuesta mientras Laura preparaba los wafles.
-¿Sabes? Creí que tenías una habitación de huéspedes- Comentó Laura.
-¿No habias venido nunca?
-A la casa anterior, osea, a tu casa sí. Pero al apartamento es la primera vez que vengo.
Giselle sintió en ese momento a su hermana como una perfecta extraña, pero recordó que vivía en Merida y que sólo había venido un par de veces desde que se casó por lo que entendía que no hubiera venido a su casa. Su hermana era una extraña para ella y se lamentó haber dejado transcurrir el tiempo de ese modo.
Le había pasado con todo el mundo. Con Laura, con Lydia, hasta cierto punto con Kathleen, pero con Daniel sobre todo. Se sintió culpable por haber dejado de dedicarle tiempo a sus hermanas, sobre todo porque se había cansado de reestablecer su amistad con Daniel, quizá por culpa, pero a veces se resignaba a que la amistad con su hermano ya no dependía de ella, si no de el, hasta que luego volvía a tratar de hacer las pases sin ninguna respuesta positiva o negativa de su hermano. Así había pasado los últimos 3 años y medio, pensó.
Laura trató de remendar un poco el tiempo perdido, también sentía que se habían distanciado y ademas sintió que debían pasar un tiempo juntas para olvidar la situación de Daniel, así que le propuso que pasarán el día juntas. Había planeado irse a casa de sus padres luego del desayuno, pero creyó que ambas necesitaban un poco de apoyo mutuo. Lo de Daniel le había tomado por sorpresa y la aproximación de la misa del primer año de muerte de su tío le revolvia el estomago. También había otra razón, quería ver si su hermana abría un poco sus sentimientos porque tenía sus reservas acerca de a donde iba la relación con su cuñado. Dar su opinión estaba de más, pero el año anterior, luego del velorio de su tío los había oído discutir a toda voz en el estacionamiento de la funeraria, y la discusión solo acabó cuando empezaron a atraer miradas. No se los volvió a ver juntos hasta un par de días después. Había sido una escena muy parecida a la que acababa de ocurrir la noche anterior mientras esperaba fuera de la habitación, con la diferencia de que la última había acabado en un par de maletas, hasta que revivió a la mañana siguiente, poco antes de lo de los wafles en una llamada telefónica que Laura apenas pudo oír.
A Giselle le pareció buena idea quedar con su hermana pero debía ir a la oficina así que el día se pasaría entre cuestiones de trabajo.
-Jordan, ella es Laura, conoscanse en persona. Jordan, mi asistente y Laura, gerente del Hesperia Merida y mi hermana. - Ambos presentados se dieron la mano con interés y Laura espero a Giselle en su oficina mientras le daba tiempo de ponerse al día con Jordan.
-Luce cansada jefa. - Dijo Jordan
Giselle respondió con un suspiro, sin dar mayor explicación. - ¿Tienes lo que te pedí?
Jordan le entregó unas llaves con la etiqueta "oficina del gerente". Le dijo que estaban mal etiquetadas, pero que eran las únicas que consiguió.
-Jordan, has sido de muy buena ayuda.
-¿Como está Daniel?- Preguntó Jordan.
- Aún no estoy segura. Pero mientras esté ausente todo esto debe permanecer en silencio.
-Lo que necesites- Dijo Jordan mientras se marchaba.
André: Hay un problema con uno de los socios... Podemos hablar?
Mensajes atrás André le había estado preguntando si podían hablar sobre lo que había pasado pero Laura no quería hablar sobre Daniel, por lo que seguía ignorando los mensajes. Ahora, con este nuevo mensaje no pudo seguir haciendo lo mismo. Bien sabía su esposo que ella era una adicta al trabajo, a ella no le dolia admitirlo. Ni bien terminó de leer el mensaje, el nombre de André apareció en la pantalla del teléfono y Laura se incorporó, abandonando la comodidad del diván de la oficina de Giselle para poder atender la llamada.
-¿Aló? ¿Qué pasa?
-Amor, tranquila, solo estaba probando- respondió André. - Digo, no estabas respondiendo mis mensajes, no me has contado que ha pasado. Quiero ver que todo esté bien.
-André, hablo en serio cuando digo que no todo lo está. No estoy bromeando, esto es serio, no puedo hablar ahora, no quiero.
-Por favor, estamos hablando ahora mismo. Yo también voy en serio. ¿Qué fue lo que pasó? Puedes decirme.
-André, no es bonito lo que tengo que decir. No quiero hablar ahora de eso, ya te llamaré.
-Laura, puedes hablarlo.
-¡No puedo! - Interrumpió ella. Tomó aire profundamente antes de continuar, mientras su esposo trataba de calmarla con frases de apoyo- Daniel está enfermo y todo esto está yendo como desde hace un año. Yo no lo sabía.
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Giselle (#Wattys2015)
Ficción General-! Te voy a matar! - La mayoría de los niños no dicen eso en serio. El mayor de los hermanos Schettino ni siquiera llego a decirlo de pequeño, pero al pasar más de 40 años eso se volvió algo difícil de creer. Un año, dos, cuatro y hasta 10 años tuv...