VI

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El viernes 20 de enero se mezcló con el sábado 21 de enero por lo que Marcus había perdido totalmente sus esperanzas de celebrar el primer aniversario. Para ambos el día había pasado muy lento. Marcus se pasó todo el día cubriendole el turno a Kathleen en el hospital. Giselle había pasado toda la mañana con sus hermanas. Primero buscando a Laura en el aeropuerto, luego a buscar algunas cosas en casa de Lydia para llevárselas al hospital y ver como estaba Daniel, pasar por el hotel a chequear todo y volver a Maracay antes del medio día para pasarse el resto de este en el velorio de su tío, soportando las discusiones que tuvo con Kathleen por no haberle dicho nada aún a Laura e inventandole excusas a sus padres sobre porque Daniel no se había pasado por la funeraria.

Pero al menos pudo tomarse un respiro junto a Marcus. A tomarse una ración de sancocho de rabo en un pote plástico a las 5:23 de la tarde en el comedor de una funeraria no se le puede llamar cena de aniversario, pero fue lo más cercano a una cena de aniversario que los 2 tuvieron. Marcus no hablaba, tenía demasiada hambre como para hablar e iba a por todos los pedazos de mapuey que estaban en la sopa de Giselle, quien tampoco tenía muchas ganas de hablar, solo estaba recordando lo largo que había sido el día y pensaba en como había logrado convencer a Laura de que nada malo estaba ocurriendo, mientras le pasaba a Marcus los tropezones de mapuey que se encontraba en el sancocho.


-Te tienes que enfocar absoluta y completamente en conducir el auto. - En realidad, la "lista de cosas de que hacer en el auto de Giselle"  era muy corta. Pero la lista de "que no hacer"  era otra historia. - No puedes clavar el freno de golpe. No puedes aumentar la velocidad bruscamente. No puedes comer o beber dentro del auto. No puedes usar tu teléfono mientra estés en el asiento del conductor y no puedes chocar, rayar o abollar el auto. No puedes dejar pegada la bocina y evita en lo posible los baches y huecos del pavimento.

-¿Puedo manejar el auto? - preguntó Kathleen al final del discurso de Giselle.

La idea de que alguien más condujera su auto no era precisamente la mas encantadora idea para Giselle. Ni siquiera la existencia de otras prioridades hacia que ir en el asiento del copiloto de su propio auto le resultara menos perturbador. Pero ya no había otra opción. Con la luz del motor encendida en el auto de Kathleen no podrían conducir los más de 100 km que planeaban conducir ese día, Giselle no estaba en condiciones animicas para conducir y Marcus ya se había llevado su auto al trabajo. Sacaron el auto de Giselle del estacionamiento subterráneo del edificio, guardaron el Spark verde de Kat en el puesto vacío y salieron en dirección al aeropuerto. No le tomó más de 3 kilómetros a Kathleen darse cuenta de que su copiloto estrella se había quedado dormida.

El reloj marcaba las doce del mediodía. Un Chrysler PT Cruiser Cabrio color negro diamante aparcó en posición de salida, en la funeraria. La gente observaba, pero al ser demasiado pequeño como para que en él entrase una urna redirigieron su atención a las trilladas conversaciones de recuerdos de funerales anteriores. 

Gissele miró a su alrededor. <<He llegado temprano>> comentó para sus adentros. Bajó del auto y volvió a examinar su entorno. El estacionamiento estaba casi sin autos, pero no dudaba de que el salón del velatorio estuviese repleto de familiares. Así eran los velorios en su familia. Todos tenían autos, pero en un intento de reconectarse con la familia, se montaban, cuan sardina en lata, todos los que cupieran y al final del día, terminaban volviendo a sus respectivas casas, siempre en un auto diferente y con alguno que otro primo segundo de cuyo nombre apenas habían sido informados.

Hacía un día radiante, lo suficientemente soleado como para cargar lentes de sol, pero lo suficientemente agradable como para quitárselos de la cara. Gissele abrigó aquella idea, pero no quería que le vieran las ojeras adquiridas por el desvelo de la noche anterior: <<Pensarán que estuve llorando, no quiero que piensen eso. Solo no pude dormir sin saber nada de mi hermano.>>  Resolvió quedándose con los lentes puestos. Se percató de que su madre se acercaba al auto para recibirla, se saludaron con un caluroso abrazo, pero más caluroso fue el reclamo que le siguió:

Giselle (#Wattys2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora