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Michael odiaba los días lluviosos. Como el frío se filtraba en su piel, la estúpida humedad que enfriaba su nariz y las nubes intimidantes en todo lo alto hacían el día totalmente deprimente. Pero no tenía otra opción.
La sutil llovizna caía sobre él mientras caminaba por las desérticas calles de Melbourne. Pisa accidentalmente los charcos de agua mientras que ajustaba por enésima vez el beanie en su cabeza. Se detuvo en el portal de un edificio a tan sólo una esquina de su destino para poder resguardarse unos momentos de lo que se había convertido en una lluvia torrencial y trataba de quitar las gotas que chorreaban de su chaqueta de cuero.
¿Podría empeorar?
Levantó la vista por un momento de la suela de sus desgastadas botas militares, pensando en las mil formas de matar a su mejor amigo por haberlo sacado de la comodidad de su habitación y de sus sábanas, para internarse en la estúpida lluvia. Detrás de la cruda cortina de lluvia, vio una silueta encorvada. Michael frunció el entrecejo y concentró su vista un poco más.
Del murillo de un callejón al otro lado de la calle, pudo visualizar la silueta de un chico encorvado, que se dejaba caer lentamente al suelo. Su reluciente cabello rubio captó la atención de Mike. Pero eso no fue lo único que atrajo su atención.
El chico estaba llorando.
Vio como jalaba las mangas de su jersey negro y cubría su boca, amortiguando sus sollozos. Vio cómo su débil y delgado cuerpo se convulsionaba con los sollozos y cómo la lluvia caía sobre él, siendo su único cobijo del sufrimiento.
Michael no supo explicar lo que sintió en ese momento. Un extraño cosquilleo se apoderó de sus mejillas y recorrió su cuerpo. No era lástima lo que sentía, ni compasión. Era algo extraño, como una fuerte conexión. Quería ir hacia él, saber quién era. Consolarlo…
Se debatió internamente por unos momentos, sospesando todas las posibilidades. ¿Qué pensaría de él? ¿Cómo reaccionaría?... A la mierda. Abrió su sombrilla de nuevo y cruzó la calle, con los latidos de su corazón acelerando más y más. Se aproximó al callejón y se puso en cuclillas, quedando a la altura del chico y cubriéndolo con la sombrilla.
— Hey— saludó tímidamente, buscando internamente algo que decir— ¿Estás bien?
Idiota. Está en un callejón, llorando como si no hubiera un mañana ¿y le preguntas si está bien? Patético, Clifford, se regañó internamente.
Lentamente, el chico levantó su cabeza, dejando a la vista los ojos más hermosos que Michael hubiera visto en toda su vida. Del color azul oceánicos, aquellos ojos reflejaban tantos sentimientos que hicieron que el corazón de Mike diera un vuelco. Inocencia, sorpresa. Y dolor. Sobre todo dolor.
— Está bien, campeón— susurró Michael, alargando tímidamente su mano y quitándole un mechón rubio totalmente empapado de la frente. El chico se quedó observando a Michael con cautela, como un animal herido, mordiendo su sonrojado labio inferior, el cual estaba cuarteado— Estás bien. Te tengo.
Se levantó de nuevo y le tendió la mano al chico desconocido, implorando internamente que la tomara. Y lentamente, el chico la tomó y se apoyó de ella para levantarse. Su agarre era fuerte, como si buscara realmente apoyo entre aquellas manos desconocidas. El pequeño cosquilleo regresó al cuerpo de Michael y vio cómo el chico rubio se sonrojaba ligeramente, y no pudo evitar pensar lo tierno que se veía.
Y aún con sus manos entrelazadas y sus cuerpos chocando, salieron del callejón y se perdieron entre la lluvia.

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in my veins ☾ muke
Casuale❝Luke estaba en sus venas, Y Michael no lo podía evitar❞ High Raking: #856 en Fanfic