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Sostuve a Nina en mis brazos y ella volvió en sí. Había tenido un ligero mareo mientras hablaba por teléfono. Por suerte alcancé a sostenerla antes de que cayera completamente.

—¡Dios, Nina! ¿Estás bien?—traté de estabilizarla y toqué su rostro. Estaba demasiado pálida.—¿Estas bien?—repetí al ver que se había quedado mirando un punto fijo. Me asusté al momento en que vi sus ojos llenarse de lágrimas.

—Mora...

Eso lo había dicho en un susurro y, como acto reflejo, ocultó su rostro en mi cuello. Estaba temblando, por lo que la abracé con fuerza, aún más cuando la sentí llorar. No entendía nada de lo que estaba pasando, pero se la veía muy angustiada.

Solo me dediqué a acariciar su espalda, en un intento para calmarla, y esperar a que estuviera lista para contarme. Por encima de su hombro, logré visualizar su teléfono en el piso, supe que la llamada seguía en curso porque en un suave murmullo se sentía una voz hablando. Debía ser la madre de Nina gritando para que se escuchara de tal forma.

—Nina—susurré separándola un poco de mí para ver su rostro. Mi vida se vino abajo al verlo empapado de lágrimas.—Ven, te llevo.

La abracé por los hombros y la empujé levemente hacia el auto. Le abrí la puerta y la ayudé a subirse. Estaba demasiado débil, presentía que en cualquier momento podría desmayarse. Su mente parecía estar en otro lado, porque tuve que ser yo quien la acomodara en el asiento y ajustara el cinturón de seguridad. Ella solo observó un punto fijo y, cuando cerré la puerta, apoyó la cabeza en la ventana.

Estaba perdida.

Con rapidez, me dirigí hacia el teléfono. La llamada había sido cortada pero al instante volvió a sonar. Sin pensarlo ni un segundo, atendí.

—¿Nina? Parece que se cortó la llamada recién, no contestabas.

Esa era la voz de la señora Ana, su madre, quien había llamado minutos antes. Lo que sea que le haya dicho había puesto a Nina muy mal. Y se notaba que ella no estaba mejor, su voz se oía rasposa y cada palabra salía en un susurro. Estaba llorando.

—Soy Gastón—decidí no darle mucha vuelta al asunto.—Nina estaba conmigo, se ha mareado.

—¡Ay, por Dios! ¿Está bien?—preguntó alterada levemente.

—Alcancé a cargarla antes de que llegara al suelo—murmuré.—Pero no puedo decir que está bien, está pálida, llorando y con la mente perdida, ¿ocurrió algo?

—Así es—susurró.

—No quiero sonar entrometido pero estoy preocupado por ella.

—No, Gastón, no te preocupes—sentí como sorbía por la nariz.—De hecho, me alegro que estés ahí para ella en este momento, creo que es lo que necesita.

—¿Qué sucede?—ya estaba empezando a asustarme.

—Es Mora—sollozó.—Ella... ella...—le costaba expresar sus palabras—falleció hace unos momentos.

Me quedé de piedra al escuchar esa afirmación. ¿Mora falleció?¿Mora?¿La mejor amiga de Ana?¿La tía de Nina?¿Esa misma mujer llena de vida y alegría para repartir al mundo? Me costaba creer en esas palabras pero dudaba que la señora Ana bromeara con la muerte de su mejor amiga.

A mi mente vinieron recuerdos de todas esas veces que fui a la casa de Nina y ella estaba ahí. Era una mujer llena de ocurrencias, siempre soltaba una que otra frase divertida. Andaba por la vida llena de alegría. Diseñando con cualquier objeto que viera. Era sumamente creativa. Y siempre estaba de mi lado en todo, tenía cierta adoración por cada cosa que hacía, llegué a considerarla mi tía también. Era imposible no quererla.

Difícil Situación《Gastina》|✔| #DD2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora