La profecía y la apuesta.

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-Que esperabas, que me opusiera y tratará de escapar cuando es claro que hay monstruos y titanes rodeando la isla, además se que estoy debilitado, no gastaré energía en tratar de evitar lo inevitable- admitió Harry.

Luke no le respondió y sólo agachó la cabeza como si estuviera avergonzado (lo cual dudo) mientras Harry se colocaba al lado suyo y tomaba el peso en su lugar, para después ver a Luke marchar sin mirar atrás.

La oscuridad comenzó a envolver a Harry mientras se mantenía lo más serio posible, parecía que no quería dejar que lo vieran suplicando así que de mantuvo todo lo seguido que pudo y con la desafiante mirada al frente, el techo de oscuridad empezaba a desmoronarse otra vez, tratando de oprimirlo contra el suelo.

Me erguí de golpe en la cama, con las uñas clavadas en las sábanas. No se oía nada, salvo el gorgoteo de la fuente de agua salada. Era un poco más tarde de medianoche, según el reloj de mi mesilla.

Sólo había sido un sueño, sí, pero yo tenía dos cosas muy claras: que
Harry corría un espantoso peligro y que Luke era el culpable.

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A la mañana siguiente, después de desayunar, le conté mi sueño a Grover. Nos habíamos sentado en un prado nevado y mirábamos cómo los sátiros perseguían
a las ninfas. Ellas habían prometido besarlos si las atrapaban, cosa que
difícilmente ocurría, porque las ninfas dejaban que los sátiros se pusieran a cien y, en el último momento, se convertían en árboles cubiertos de nieve. Y ellos, claro, se iban de cabeza contra los troncos y se ganaban, además, el montón de nieve que se les venía encima con la sacudida.
Cuando le conté mi pesadilla, Grover empezó a retorcerse con los dedos el pelaje de la pierna.-¿El techo de la cueva se desmoronó sobre él?

-Exacto. ¿Qué narices crees que significa?

Meneó la cabeza.

-No lo sé. Pero después de lo que Zoë ha soñado...

-¿Cómo? ¿Zoë ha tenido un sueño parecido?

-No... no lo sé con exactitud. Hacia las tres de la mañana se presentó en la Casa Grande diciendo que quería hablar con Quirón. Parecía muerta de pánico.

-Un momento... ¿Y tú cómo lo sabes?

Grover se sonrojó.

-Yo había, esto... acampado cerca de la cabaña de Artemisa.

-¿Para qué?

-Pues... para estar cerca de ellas.

-Eres un vulgar acosador con pezuñas.

-¡No es cierto! Bueno, el caso es que la seguí hasta la Casa Grande, me escondí tras un matorral y desde allí lo vi todo. Ella se enfadó muchísimo cuando Argos no la dejó pasar. Fue bastante violento.

Intenté imaginarme la escena. Argos era el jefe de seguridad del
campamento: un tipo grandote y rubio, con ojos diseminados por todo el cuerpo.

Raramente se dejaba ver, a menos que sucediera algo muy grave. No me habría atrevido a apostar en una pelea entre Argos y Zoë.

-¿Qué dijo ella? -pregunté.

Grover hizo una mueca.

-Bueno, cuando se enfada se pone a hablar de esa manera anticuada y no resulta fácil entenderla. Pero era algo así como que Artemisa estaba en un
aprieto y que necesitaba a las cazadoras. Luego le espetó a Argos que era un patán sin seso... Creo que es un insulto. Y él llamó...

Ojos color mar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora