Un nuevo amor trágico.

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La puerta trasera se abrió justo a mi lado. Antes de que pudiera dar un paso atrás, sentí la punta de una espada en la garganta.

Oí cómo Bianca y Zoë tensaban sus arcos. Mientras el dueño de la espada
bajaba de la limusina, retrocedí muy despacio. No tenía otro remedio: me
presionaba con la punta aguzada justo debajo de la barbilla.

Sonrió con crueldad.

-Ahora no eres tan rápido, ¿verdad, gamberro?

Era un tipo fornido con el pelo cortado al cepillo, con una cazadora de cuero negro de motorista, téjanos negros, camiseta sin mangas y botas militares.

Llevaba gafas de sol, pero yo sabía lo que ocultaba tras ellas: unas cuencas
vacías llenas de llamas.

-Ares -refunfuñé.

El dios de la guerra echó un vistazo a mis amigos.

-Descansen -dijo.

Chasqueó los dedos y sus armas cayeron al suelo.

-Esto es un encuentro amistoso. -Hincó un poco más la punta de la espada en mi garganta-. Me encantaría llevarme tu cabeza de trofeo, desde luego, pero hay alguien que quiere verte. Y yo nunca decapito a mis enemigos ante una dama.

-¿Qué dama? -preguntó Thalia.

Ares la miró.

-Vaya, vaya. Sabía que habías vuelto. -Bajó la espada y me dio un
empujón-. Thalia, hija de Zeus. No andas en buena compañía.-murmuró-. Con que ese bastardo lo hizo eh.

-¿Qué pretendes, Ares? -replicó ella-. ¿Quién está en el coche?

El dios sonrió, disfrutando de su protagonismo.

-Bueno, dudo que ella quiera verlos a los demás. Sobre todo, a ésas. -Señaló con la barbilla a Zoë y Bianca-. ¿Por qué no vais a comeros unos tacos mientras esperáis? Percy sólo tardará unos minutos.

-No vamos a dejarlo solo con vos, señor Ares -contestó Zoë.

-Además -acertó a decir Grover-, la taquería está cerrada.

Ares chasqueó los dedos de nuevo. Las luces del bar cobraron vida
súbitamente. Saltaron los tablones que cubrían la puerta y el cartel de « Cerrado» se dio la vuelta: ahora ponía « Abierto» .

-¿Decías algo, niño cabra?

-Hacedle caso -dije a mis amigos-. Yo me las arreglo solo.

Intentaba parecer más seguro de lo que estaba. Aunque no creo que
consiguiera engañar a Ares.

-Ya habéis oído al chico -dijo-. Es un tipo fuerte y lo tiene todo controlado.

Mis amigos se dirigieron a la taquería de mala gana. Ares me miró con odio;
luego abrió la puerta de la limusina como si fuese el chofer.

-Sube, gamberro -me ordenó-. Y cuida tus modales. Ella no es tan
indulgente como yo con las groserías.

Me quedé boquiabierto en cuanto la vi.

Olvidé mi nombre. Olvidé dónde me hallaba. Olvidé cómo se habla con
frases normales.

Llevaba un vestido rojo de raso y el pelo rizado en una cascada de
tirabuzones. Su cara era la más bella que había visto jamás: un maquillaje
perfecto, unos ojos deslumbrantes, una sonrisa capaz de iluminar el lado oscuro de la luna.

Ahora que pienso en ello, no sabría decirte a quién se parecía. Ni tampoco de qué color era su pelo o sus ojos. No importa. Escoge a la actriz más guapa que se te ocurra. La diosa era diez veces más hermosa. Escoge tu color de pelo favorito, el color de los ojos, lo que sea. La diosa lo poseía y lo mejoraba.

Ojos color mar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora