Bianca.

1.5K 173 3
                                    

-Fantástico -refunfuñó Thalia-. Voy a recorrer la calle, a ver si en alguna de esas tiendas me sugieren otra cosa.

-Pero el encargado ha dicho...

-Ya -me cortó-. Voy a comprobarlo, nada más.

La dejé marchar. Conocía bien la agitación que sentía. Todos los mestizos tienen problemas de déficit de atención a causa de sus reflejos innatos para el combate. No soportamos la espera. Además, me daba la impresión de que Thalia
aún estaba disgustada por la conversación sobre Luke de la noche pasada.

Bianca y yo permanecimos parados delante de la tienda con cierta
incomodidad. Es decir... yo nunca me sentía demasiado cómodo hablando a
solas con una chica, y hasta entonces no había estado solo con Bianca. No sabía qué decir, sobre todo ahora que era una cazadora.

-Bonita rata -dijo ella por fin.

La dejé en la barandilla del porche. Quizá atraería clientela a la tienda de
comestibles.

-¿Y cómo va eso de ser cazadora? -le pregunté.

Ella frunció los labios.

-¿No estarás enfadado aún porque me uní a ellas?

-No. Mientras tú... eh... seas feliz.

-No creo que « feliz» sea la palabra indicada cuando la señora Artemisa ha desaparecido. Pero ser una cazadora es superguay. Ahora me siento más serena en cierto sentido. Es como si todo lo que me rodea fuese más despacio. Supongo que debe de ser la inmortalidad.

La observé, tratando de ver la diferencia. Era cierto que se la veía más segura que antes, más tranquila. Ya no se tapaba la cara con una gorra verde.

Llevaba el pelo recogido y me miraba a los ojos al hablar. Con un escalofrío, me di cuenta de que dentro de quinientos o mil años, Bianca di Angelo tendría exactamente el mismo aspecto que ahora. Tal vez mantendría una conversación parecida con otro mestizo... Y y o llevaría muchísimo tiempo muerto, pero ella seguiría pareciendo una chica de doce años.

-Nico no ha comprendido mi decisión -murmuró Bianca, y me miró como si quisiese que la tranquilizara.

-Estará bien en el campamento -le dije-. Están acostumbrados a acoger
a un montón de chicos. Annabeth vivió allí.

Bianca asintió.

-Espero que lo encontremos. Hablo de Harry claro, quiero decir. Tiene suerte de contar con un amigo como tú.

-No le sirvió de mucho.

-No te culpes, Percy. Tú arriesgaste la vida para salvarnos a mi hermano y
a mí. Aquello fue muy valiente de tu parte. Si no te hubiese conocido, no me habría parecido bien dejar a Nico en el campamento. Pero pensé que si allí había gente como tú, Nico estaría en buenas manos. Tú eres un buen tipo.

Aquel cumplido me pilló por sorpresa.

-¿Aunque te derribase para capturar la bandera?

Ella se echó a reír.

-Vale. Aparte de eso, eres un buen tipo.

A unos cien metros, vi que Zoë y Grover salían y a de la cafetería cargados de pasteles y bebidas. No me apetecía que volvieran en ese momento. Era extraño, pero me gustaba hablar con Bianca. No era tan desagradable, al fin y al cabo. Y en todo caso, resultaba más fácil de tratar que Zoë Belladona.

-¿Y cómo os las habéis arreglado hasta ahora tú y Nico? -le pregunté-. ¿A qué colegio fuisteis antes de Westover?

Ella arrugó la frente.

Ojos color mar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora