CAPITULO 23

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20 de agosto de 2011

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20 de agosto de 2011

La pequeña Luz duerme en su cuna, hace tres días cumplió su primer año. Ana está sentada en el suelo, abraza sus piernas mientras escucha los gritos de sus padres, los señores llevan más de una hora discutiendo.

Hace tres meses el señor Evans compro un edificio en Valle de los Soñadores, eso queda a 573 km de la casa. Él creo el maravilloso plan de ir los viernes para pasar el sábado y la mitad del domingo con sus hijas y su esposa. En este mes esa rutina y su matrimonio se han vuelto un caos.

Vi este día en la nube, hoy es el día donde una familia se separa.

─¡Aún no hemos terminado de hablar! ─grita la señora Sarah.

─¡Yo ya termine! ─le contesta su esposo.

El señor Fernando sube corriendo las escaleras, su esposa va detrás de él. Va a la habitación de huéspedes, toma todas las maletas que encuentra en el closet, las lleva a su habitación y las avienta sobre la cama.

Sigilosamente Ana va y se asoma a la habitación de sus padres, ve como su papá con enojo abre todos los cajones de su ropero, toma su ropa y la va metiendo a las maletas.

─Fernando, tu sales por esa puerta... y no vuelves a entrar a esta casa, mucho menos a ver a tus hijas.

Al escuchar esas palabras el papá se queda helado, eso fue un golpe bajo. No le importa porque toma otro puño de ropa y la mete a la segunda maleta.

─¡Tú no puedes hacerme eso! ¡Son mis hijas y yo vendré a verlas cuando tenga oportunidad!

─No, si de verdad nos quisieras no nos estarías haciendo esto.

─Si lo hago es justamente por ellas. Esa empresa es lo que permite que nuestras hijas tengan que comer y puedan tener un techo en donde vivir. Esa empresa mi padre me la dejo como legado familiar y no pienso fallarle. Poco a poco estamos recuperando lo perdido, no pienso abandonar mi compañía.

─La compañía no, ¿pero tú familia si?

Se quedan en silencio, Ana y su mamá se quedan viendo como el señor Evans sigue guardando toda su ropa y su calzado. Al terminar cierra las ocho maletas y en dos en dos las va bajando hacia la entrada. La señora Sarah detiene a su esposo antes de que baje con las últimas dos.

─Fernando... ─lo mira con los ojos llenos de lágrimas─ hablo enserio, ¿tus hijas o tu empresa?

Deja las maletas en el suelo, se acerca a abrazar a su esposa y a depositar un beso en sus labios al igual que en su frente, limpia las lágrimas que le recorren por sus mejillas.

─Te amo, siempre serás el amor de mi vida y siempre estaré agradecido por haberme dado dos niñas muy preciosas. Pero... ─vuelve a tomar las maletas─ lo siento.

Sale de la habitación sin mirarla una última vez. Ana ve como su madre se sienta en el borde de la cama y un llanto de dolor sale de su pecho. Baja las escaleras hasta llegar con su padre, este al verla se limpia las lágrimas y le sonríe.

Entre tu Corazón y el Mío     LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora