CAPITULO 41

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01 de diciembre de 2020

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01 de diciembre de 2020

─Alonso.

Su voz y su tacto me hacen regresar a la realidad. Con lo que me encuentro son con los ojos llorosos de Salma, una mano la tiene en mi mejilla y la otra en su abdomen. ¿Qué acaba de suceder? Estamos en medio de la calle, Ana se dirige a su auto y Juan Pablo me mira con odio, aunque eso no es una sorpresa. Un momento... ¿por qué hay dos motocicletas?

─Salma... ¿qué... qué acaba de pasar? ¿Por qué lloras?

─Acabas de revertir el hechizo ─medio sonríe, se lleva la otra mano al abdomen y lo acaricia─ y te lo agradezco. Pero escúchame muy bien, el caído se está apoderando de ti y a este paso en unas horas ya no quedara nada de tu alma. ¡Concéntrate! ¡No vuelvas a dejar que te diga que hacer! ─de la bolsa de mi pantalón saca mi corazón y me lo pone en la mano─. No sueltes esto, no olvides quien eres. Ana va a llevarme a la casa de Abraham, espérala en su casa y haz que tome esa decisión de una vez por todas. ¡Ya no tienes mucho tiempo!

Sube al auto de Ana y este pasa a mi lado a la velocidad de la luz. Miro el corazón y cierro la mano. Esto es lo único que me queda.

─¿Por qué te quedas ahí parado? ¿Acaso quieres que te lleve la moto? ─espeta.

¡El plan de las motocicletas!... Oh, gracias al Cielo que el muchacho está bien. Nunca me había sentido agradecido por verlo con vida y a salvo. Bryan debió de haberlo salvado, hay una de sus plumas tirada en la acera.

Sigo al chico al local de las motocicletas y salgo corriendo antes de que abra la boca o decida golpearme. ¿Cómo es que pague esa motocicleta si no tengo dinero? Maldito Alonso, esta es la última vez que se apodera de mí.

Tengo mi corazón en la mano, lo prieto con más fuerza en cada paso que doy. Corro como si el tiempo se me acabara, esquivo a las personas y me cruzo las calles sin siquiera fijarme. Tengo que llegar a la casa de los Evans... tengo que llegar con Ana...

Alonso...

¡No! No lo voy a permitir, no más...

Aprieto con tanta fuerza el corazón que escucho como cruje. El sonido me desconcentra que no vi a una señora y choco con ella, salen volando unos papeles que traía en la mano... no, no son papeles, son fotografías.

─Lo siento, es mi culpa. Lo siento... ─me disculpo una y otra vez mientras que con una mano intento juntar todas sus fotografías.

Me incorporo y se las entrego en las manos, al hacer contacto con sus dedos me quedo helado y con la boca abierta. Sus manos... sus ojos... sus labios... su nariz... ese lunar en el cuello... su cabello negro.

Es Rosie... mi Rosie.

Se le notan un poco los años, pero sigue siendo muy hermosa... Caray, Rosie es preciosa, ya recuerdo porque me enamore de ella. Sigue teniendo ese brillo y ese encanto que me volvían loco. Parece que se acuerda de mí, porque está igual o incluso más sorprendida que yo. Sus ojos se llenan de lágrimas y sus labios tiemblan. Ambos intentamos decir algo, solo que no nos salen las palabras.

Entre tu Corazón y el Mío     LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora