CAPITULO 8

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17 de diciembre de 1999

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17 de diciembre de 1999

Pasamos tres horas en una fila de más de mil personas para comprar el nuevo Mario Party. Martín conecta la consola mientras que yo saco el casete de la caja. Somos como dos niños pequeños en una mañana de navidad. La navidad se nos adelantó por una semana.

Introduzco el casete, tomamos nuestros respectivos controles y nos lanzamos a las colchonetas que pusimos en el suelo. Previamente trajimos provisiones por si nos da hambre o sed, son seis tableros y los vamos a jugar todos esta misma noche.

─¡Quiero a Mario! ─rápidamente mueve la palanca y selecciona al personaje.

Toad es mi personaje favorito, se me parte el corazón que no lo hayan puesto para jugar con él. No me queda de otra más que escoger a la princesa Peach.

La partida comienza bien para mí, Martín ya se enojó porque le toco ir hasta al final y a mí como primero. Es probable que a la mitad de la partida empecemos a pelear, solemos ser muy competitivos.

─¡Martín! ─grita el señor Vallant─. ¡Teléfono!

Sin dejar de jugar se levanta del suelo y toma el teléfono.

─¿Diga?... No, estoy con Alonso, conseguimos el nuevo Mario Party. ─Como loco aprieta uno de los botones. Resopla cuando en la pantalla aparece que yo soy el ganador del mini juego─. ¿Qué? ¿Hablas enserio?... No sé... Es que yo... Bueno, está bien. Llegamos en veinte minutos.

Deja el teléfono en su sitio y pausa el juego.

─Era mi primo Mauro, mis tíos salieron de la cuidad e hizo una fiesta con todos sus compañeros de la universidad. Quiere que vayamos ─pone los ojos en blanco.

─Andamos en pijama y la verdad no me apetece ir.

─Ni a mí, pero ya sabes como es. Dijo que si no íbamos venia por nosotros.

Mauro nunca me ha caído bien. Habla enserio cuando dice que viene por nosotros, anteriormente lo ha hecho, su truco es molestar hasta que nos subamos al coche. Hace buenas fiestas, pero como soy un aguafiestas no las disfruto.

─Te propongo algo, vamos y nos quedamos diez minutos para hacer acto de presencia. Cuando se distraiga nos escapamos.

─Ya que ─me levanto y dejo el control a un lado de la consola.

─Hay que irnos así en pijama, a esta hora la mayoría ya debe de estar ebria y ni siquiera se darán cuanta.

De mi mochila saco una sudadera y me la pongo encima de mi camiseta de Spider Man. Lo que me da un poco de pena es mi pans, es azul con dibujos de telarañas y ni hablar de mis mocasines como pantuflas.

─Solo diez minutos ─le advierto.

Vamos a tardar más en ir y regresar que el tiempo que nos quedaremos.

Entre tu Corazón y el Mío     LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora