Aaron
——————————————————————Hoy me toca mi tercera cita con mi nuevo psicólogo. Ya se me fueron los nervios, porque es muy chévere; incluso tenemos conversaciones sobre el fútbol, cosa que no hacía desde hacen tres años. Sin embargo, todo se pone tenso cuando me hace la gran pregunta del porqué me drogaba.
Aún no puedo entender cómo es que estaba dispuesto a contarle todo a Carol el mismo día que la conocí.
Culparé a las drogas. Es el único motivo razonable.
Me levanto del sofá con intención de ir al taller, al que casi nunca participo porque me caen mal los drogadictos que tratan mal a la gente que los intenta ayudar.
La última vez que fui, casi golpeo a un pendejo que estaba por pegarle a una chica que tan solo le dijo que no vertiera pegamento sobre la mesa. Es... estúpido, simplemente es estúpido.
Ya me lavé los dientes hace unos minutos atrás, solo me falta cambiar mi ropa por otra idéntica a la anterior, solo que será limpia.
[***]
Ya estoy en el taller; vine acompañado de un guardia, porque me consideran un niño que no puede hacer nada solo.
El taller es un gran espacio con tres mesas super amplias, cada una tiene unas veinte sillas de maderas alrededor. Al frente de cada una enorme pantalla donde proyectan los trabajos a realizar. A la derecha, hay una enorme estantería de libros, y a la izquierda una especie de armario, pero allí guardan materiales
Ya casi todos están sentados y en cada mesa, hay entre tres a cuatro personas que indican los deberes—profesores supongo—. Aquí, los colores blanco y azul reinan, son los únicos colores que se pueden apreciar en las paredes como en la ropa de todos, eso me incluye.
Tomo asiento en la mesa central—es para jóvenes varones—y en la pantalla frente a nosotros, está proyectado un gran edificio de parecido al que estamos, bueno, creo que es exactamente el que estamos. Una de las chicas—la que defendí la semana pasada—se coloca en una silla frente a mi y sonríe.
—¡Bienvenido, Aaron! espero que hoy sí trabajes con nosotros—dice intentando alcanzar mi mano, pero la alejo de la mesa.
—Si ningún idiota intenta golpearte, sí—en una sonrisa forzosa y torcida, trato de simpatizar.
—Dolió que hayas alejado tu mano—dice sin filtros.
—No fue a propósito—miento.
Me causa un poco de incomodidad, pero trato de evadir su mirada viendo hacia la mesa donde están colocando piezas de madera, pinturas, pegamento y demás.
He tomado la decisión de evitar contacto con cualquier chica aquí adentro hasta que me toque salir. Gina perdió su trabajo en el que estuvo por seis años por mi culpa, no sé nada de ella y... me siento como la mierda.
Después de que cogimos como si no existiera mañana, simplemente desapareció de mi cama, desperté sin ella, y aunque nunca hubo un lazo sentimental, me dolió demasiado.
Meto mano a la obra y ayudo con la maqueta. Por el hecho de que seamos mucho, construir ese edificio será mucho más fácil. Algunos se han puesto de pie, otros simplemente están diseñando árboles de plástico y yo estoy ayudando con la pintura.
—¿Por qué esta pintura no tiene ningún olor?—pregunto sin mirar a nadie, esperando que cualquiera responda.
—Todos los productos que usamos aquí adentro son neutros. Evitamos que...
—Sí, para evitar que nos droguemos. Entiendo—respondo para completar.
Todos se ríen a carcajadas, y realmente no entiendo qué tiene esto que dije de gracioso.
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MEPH
Teen FictionMeph, podría decirse que es el himno de las drogas, mismo que suena en toda esta historia llena de sustancias prohibidas y dañinas. Las cuales son como un bálsamo para el dolor de los personajes. Un lugar en el cual reina lo que no debe hacerse, acc...