•15 días después•
Hoy estamos a 17 de julio. Es mi cumpleaños.
Oficialmente, tengo veinte años.
Estoy acostado en mi cama viendo en la tele los videos de la señora Derno y otros miembros de la organización que me felicitan. No puedo expresar lo bien que se siente, se siente genial tener una familia de vuelta. Hace tiempo que las únicas personas que me felicitaban eran Andrea y mi tía la lambe trasero que quería dinero.
La señora Derno dice tenerme un regalo y por alguna razón no me emociona. No conoce mis gustos, y aunque los conociera, todo le parece inadecuado. Lo único que quisiera en este día, sería poder vestirme de negro y que me corten un poco el cabello que ya me llega por la mandíbula.
En estos últimos quince días. Tuve terapias diarias y puedo decir que estoy bien. Mentiría si dijera que aún no me pongo triste al pensar en mi familia y que la sensación de culpa ha terminado de desaparecer; pero también estoy consciente de que debo seguir adelante para que al menos puedan estar orgullosos de mi desde el cielo.
Escucho muchos pasos en el pasillo y supongo que están yendo todos al taller. Ojalá no vengan a buscarme, odio ir allí. Esas personas están muy locas.
Antes de terminarlo de pensar la manija de la puerta se gira lentamente y me hago el distraído en la tele.
—¡Feliz cumpleaños, hijo!—me felicita una vez más la señora Derno. Reconozco su voz fácilmente sin necesidad de verla.
Me volteo a mirarla con una sonrisa amortiguada y tiene una caja muy grande en mano. Me pongo de pie, tomo la caja y la coloco en la cama para luego abrazarla muy fuerte.
Ella es de esas personas que te hacen pensar: Dios, qué afortunado soy de tenerla.
—Muchas gracias por todo—digo cerca de su oído.
—Gracias a ti, hijo. Me trajiste de vuelta las esperanzas que había perdido—dice correspondiendo mi abrazo aún más fuerte.
—¿Qué hay en esta caja?—curioseo terminando el abrazo y ahora viendo la caja azul envuelta en una cinta de regalo sobre mi cama.
—Es tuya, ¡ábrela!—responde la señora Derno conteniendo la risa.
La miro con los ojos entrecerrados buscando un indicio de qué podría tratarse.
Sin muchos rodeos, procedo a abrir la caja.
—¡Noooo!—grito emocionado sin poder creer lo que veo una vez que la abro—. Te amo, te amo, te amo tanto—abrazo fuerte a la señora Derno una vez más.
[***]
Mmmmm, cabello peinado hasta la mandíbula.
Rostro sin rasgos de acné.
ESTÁS LEYENDO
MEPH
Novela JuvenilMeph, podría decirse que es el himno de las drogas, mismo que suena en toda esta historia llena de sustancias prohibidas y dañinas. Las cuales son como un bálsamo para el dolor de los personajes. Un lugar en el cual reina lo que no debe hacerse, acc...