CAPÍTULO 2

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Carol
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—¿Abu?, ¿dónde estás?—pregunto dejando caer mi bolso en la puerta.

—Estoy aquí hijita, ¿Ya volviste?—responde mi abuela saliendo del cuarto.

—Sí—le doy un gran beso en su frente y corro rápidamente hacia el cuarto a recoger mis cosas para ir al club.

Ella camina muy despacio por la vejez, antes de que vuelva a entrar (al cuarto), yo ya había recogido mis cosas que ya estaban en otro bolso.

Saliendo le doy otro beso pidiéndole que se cuide.

Hoy es un día un poco extraño, no recuerdo la última vez que un hombre me atrajo por algo más que no fuera el dinero que pudiera ofrecerme, pero ese chico drogadicto me ha llamado tanto la atención. Es muy guapo para ser drogadicto, pero igual no lo digo con intenciones de tener algo con él. Soy una puta, no soy digna de su inocencia.

Salgo de casa y saco mi moto del garage para dirigirme al club, sí, así es, ando en moto;
por eso mi manera de vestir (fuera del club) es diferente; suelen decir que parezco una chica mala y no solo lo parezco, probablemente lo soy.

Llego al club, y pues, ¡sean todos bienvenidos al club Castle!, ¡Aquí soy la reina!, la mejor Stripper de todos los tiempos. Soy muy solicitada en este lugar, no estoy orgullosa de ello, pero tampoco avergonzada.

Camino hasta el camerino, donde por ley está lleno de mujeres desnudas o semi-desnudas.
Cuando llego, siempre hay murmullos; todas quieren superarme en esto, pero me parece una tarea imposible. ¡Abran paso, que llegó la caballota!

Me desnudo, me pongo un vestido rojo, corto y bastante ajustado; mis zapatos de tacones de los más altos unos 16 centímetros...y unas mallas transparentes.
Y de ropa interior casi siempre uso color neón y este caso no es la excepción.
¡Estoy lista!

Falta algo.

Sí, claro, falta darme una buena inhalada de coca...(Cocaína) Busco en mi bolso, y no encuentro. Saco todo y nada, empiezo a entrar en pánico, sin eso no podré hacer ni mierda en el escenario. No puedo acudirme a estas mujeres, serían capaces de hacerme inhalar cloro en polvo. Doy vueltas y recuerdo haber guardado un poco dentro de mi vagina antes de ir al grupo de apoyo. Es mi salvación, sin importarme nada ni nadie, me deshago de mis bragas e introduciendo mis dedos mayor e índice, y con un poco de dificultad saco el pequeño bolso.

—Maldita drogadicta, lo que acabas de hacer se vio asqueroso, ¿No tienes vergüenza?—el resto se ríe por lo dicho de esa chica delgada que no ha parado de buscarme problemas desde que entró.

Sigo intentando abrir el pequeño bolso, al final la ansiedad me obligó a hacerlo clavándole las uñas, haciendo que éste vertiera sobre mi mano; inhalo un poco...

—Fuck!—vocifero por como revuelve mi cerebro y fosas nasales... inhalo un poco más y dejó caer el resto al piso.

Ahora sí, vamos con la perra.

Ella está de espaldas, con unos golpecitos en el hombro, exijo su atención.

—¿Qué?—pregunta pareciendo una chica ruda, y yo con una sonrisa le regalo un buen bofetón dejándola tumbada en el piso.

Recibir golpes en tacones puede ser lo peor.

Me abajo antes de que pudiera volver a pararse.

—Hay niveles, princesa, la próxima vez que te metas conmigo—la seriedad se forma en mi rostro—¡Te haré comer tus propios órganos!

Puedo sentir el temor corriendo por las venas de todas... Me pongo de pie.

—Esto va para todas ustedes, no se busquen problemas con los que no puedan cargar, si son capaces de enfrentarme, ¡entonces háganlo! De lo contrario, mi mano podría cansarse de regalar bofetones o puñetazos—digo abriendo y cerrando mi mano por el dolor.

De pronto aparece el dueño del lugar...Henry
—¿Qué haces en el suelo, chica?— Pregunta con las manos en las caderas.

—Esa perra me golpeó—respondió señalándome.

—Les he dicho que no se busquen problemas con Carol, es una perra sicaria de las verdaderas— no sé si sentirme bien o mal por esto. Da igual no estoy pensando con claridad, después de inhalar, me descontrolo.—¿Están listas?—retoma Henry.

—Aún no me he maquillado—agrego dirigiéndome hacia la maquilladora, Neimy.

—Tienen diez minutos.

Neimy me maquilla como una reina que soy. Sombra ahumado y oscuro, pestañas dramáticas, labial rosa y brillante, una buena capa de base y corrector para las imperfecciones que realmente no tengo.
Y por último iluminador líquido para mi piel, brazos y pecho.

—¡Es hora!—exclama Henry con voz femenina, viéndome de arriba hacia abajo, mientras me paro—¿Acaso tu belleza tiene fin?—pregunta coquetamente.

Solo sonrío con un poco de malicia y me acomodo el cabello, casi siempre sonrío así. Henry regresa para apagar las luces para nuestra presentación. Estoy algo mareada, pero supongo que estaré bien, no es la primera vez que me drogo.

¡Es hora! salgo al escenario sola... Encienden las luces, pero solo las del escenario. Los gritos de estos alcohólicos morbosos casi tapan la música, empiezo a bailar, lo más erótico posible y seduciendo al público con mi mirada, mientras las demás chicas van subiendo y siguiéndome los pasos.

Luego se encienden las luces sobre el público.

¡Oh! Espera...

Sigo bailando tratando de aclarar la vista, mientras me voy deshaciendo lentamente de mi vestido.

¡Oh no! Es él, es el chico drogadicto.

Nota de la autora: Hola, muchas gracias por seguir leyendo. Y bien, espero que les esté gustando esta nueva obra. Se vienen escenas muy interesantes.
¡No se vayan!

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