CAPÍTULO 4

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Aaron
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—A ver, eres una chica lista, no me digas que estás esperando que solo te cuente mis secretos así nomas.—digo tomando un último sorbo de esta bebida diabólica.

— No lo estoy esperando, ya que la bebida se encargará de que pase.

—¿Qué?—me paro rápidamente para salir del lugar, intento abrir la puerta y está cerrada, intento golpearla pero ni se mueve... Me estoy empezando a sentir débil.—¿qué me diste?—pregunto acercándome a ella con rabia ¡maldita sea! Me siento terrible; antes de llegar hasta ella, sólo sentí mi cuerpo desvanecido y mis ojos cerrarse lentamente.

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Carol
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No quiero hacerle daño a este pobre chico, pero necesito saber por qué se droga; dice ser un asesino, pero su rostro marca una profunda pena, aunque pocos podrían detectarlo. Yo sé que es estar vacío y tener roto el alma. Es raro, se desmayó y no ha empezado a hablar; solo agregué a su bebida ese polvo que le pongo a la de los hombres aparentemente adinerados para que me digan el código de sus cuentas bancarias y robarme gran parte de su dinero.

Debo llevarlo a la cama, intento levantarlo y no puedo, no es mi primera vez, ¡Puedo hacerlo! Lo intento otra vez, lo tomo de ambos brazos y lo arrastro hasta cerca de la cama, luego con un poco más de esfuerzo subo una parte de su cuerpo y luego la otra parte.
Esperando que despierte, me siento a su lado y empiezo a admirar su rostro, es muy guapo en serio; tiene el pelo así medio alborotado, sus ojos cerrados se ven tan inocentes, su nariz media respingona no debería ser usada para drogas, es una pena. Sus labios tienen un tono casi morado por el cigarro y quizás marihuana, pero igual son hermosos.

— No, ¡yo los maté! yo lo hice.—dice de repente, pareciendo estar perturbado al abrir los ojos con el cuerpo totalmente paralizado.

—¿A quiénes mataste?

—Yo los maté—repite, mientras sus ojos se llenan de lágrimas—yo los maté—sigue diciendo con tanta pena en su voz, que una lágrima quiso arruinar mi maquillaje.—¡Lo siento mucho, mamá!— retoma con llanto mezclado en su voz—¿Estás aquí, ma'?

Por Dios santo, ¿qué he hecho? lo estoy torturando.

Me paro rápidamente para buscar algo frio que pueda calmarlo...

—javier, ¡Lo siento! nunca quise hacerte daño...te amo, ¿Sí? Mamá, ¡No te vayas! ¡Quédate conmigo! —sigue diciendo como si los estuviera viendo, como si lo sintiera.

Sumerjo en agua fría una pequeña toalla y la pongo sobre su frente...sigue repitiendo lo mismo una y otra vez. Estoy muy confundida, no sé si mató a su familia o mató a alguien más y su familia lo dejó de querer.

Han pasado unas dos horas y por fin parece que se ha quedado dormido. Mis pensamientos me quieren volver loca, esta noche la desperdicié, no gané nada de dinero además de lo que gané en el escenario. Debería revisar su bolsillo, pero no quiero hacer eso con él, no lo traje para eso, al menos, no esta vez.

Le pregunté una y otra vez a quiénes mató, sólo me decía que los mató y que lo perdonara.
Esta droga no funciona con él, su mente está desordenada, no puedo sacarle nada.

¿A quién más—después de a mi—se le ocurriría drogar a un drogadicto para sacarle información? la droga es su hogar, entrar y salir le da igual.

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Aaron
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Con un terrible dolor de cabeza siento que me estoy despertando, pero hay algo diferente esta vez, siento calor femenino, aún no puedo abrir los ojos, siento que me pesan...solo intento sentir lo que hay a mi alrededor, de pronto siento que estoy en los brazos de mamá, sobre su pecho como solía hacerlo de niño, pero ella está más delgada.

—¡Mamá!

—Está bien, tranquilo.—me acaricia el cabello.

Intento abrir los ojos y lo primero que veo es un seno femenino a centímetros de mi rostro, no, no es mamá...miro lentamente hacia abajo y hay una delgada pierna siguiendo la línea de ese pecho. Con mucho dolor levanto la cabeza para ver el rostro de quién me traía tan mimado justamente como lo hacía mamá; no puedo ver con claridad por lo cerca que estoy, de un movimiento brusco me pongo de rodillas sobre la cama y veo borrosamente el rostro de la chica stripper. Me duele tanto la cabeza que me vuelvo a caer en la cama involuntariamente y sin fuerzas...

—¿Estás bien?

—Dime tú—tomo aire—¿Qué me hiciste?

Sin poder volver a pararme, me pongo a repasar mis recuerdos. Polvo con Mia, bebida en un bar, Cuarto de Stripper, bebida muy fuerte.
Espera...

—¿Qué fue eso de la bebida?—retomé con un tono de voz débil, cuando realmente quisiera gritarle.

—Te drogué para que me confesaras todo sobre el porqué te drogas.

— No lo hice, ¿cierto?

— Sí, lo hiciste.

— No lo hice, de haberlo hecho no me habrías metido entre tus piernas y acostarme sobre tu pecho.

— ¿Por qué no? yo no quiero juzgarte, no soy quien para hacerlo. Tú te pusiste así sobre mi pecho cuando se fue el efecto de paralización. Te dejé hacerlo, a través de eso, pude darme cuenta lo mucho que extrañas a tu mamá. Cariño, ¡quiero oír tu historia! Te prometo contarte la mía de vuelta.

Se escuchó muy sincera, esta stripper es diferente a las que había conocido, así que, es de esas personas que son ángeles en traje demoníaca cuando mayormente es al revés, ella me entiende, ¿Cómo es posible? nos conocimos hacen unas horas. No tengo por qué no contarle mi terrible historia a cambio de la suya. Tal vez eso me haga sentir mejor. No. No me voy a sentir mejor, pero al menos habré intentado hablar después de tantos años.

Aunque realmente nadie preguntó, o mejor dicho, nadie insistió.

—De acuerdo, yo no maté a mi familia voluntariamente, pero igual murieron TODOS por mi culpa.

Ella suspiró y la miro de reojo, vi que su rostro se había apagado y se estaba ahogando en penas, eso me motivó a continuar, ella me estaba inspirando confianza, es como si entendiera exactamente qué siento, ni siquiera sé como detecto eso solo con verla.

—Para las vacaciones de verano,—retomo tratando de mantener la voz calmada—siempre íbamos a aquella cabaña que teníamos en el bosque, llevábamos muchos alimentos, bebidas gaseosas como alcohólicas, a mi padrastro le encantaba el alcohol. Aquella noche encendimos una gran fogata. Mi hermanito cantaba; mi mamá cocinaba; mi padrastro y yo bebíamos mientras discutíamos sobre el fútbol y otros temas de hombres. Yo tenía que entrenar para un partido importante al otro día, así que les pedí que volviéramos a casa temprano, y estaban de acuerdo, menos mi hermanito, recuerdo su rostro adorable que me decía que yo era igual de malo que el Faraon y que por eso me llamo Aaron—Mi voz empieza a fallar, las lágrimas empiezan a acercarse, siento ese dolor instantáneo en la nariz y sé que voy a llorar muchísimo, pero quiero recordarlo sin drogas por primera vez en mucho tiempo.

—Aaron, sólo déjalo salir, mereces liberarte y prometo no juzgarte.—ella me toma la mano y aprieta.

—Esa noche quisimos disfrutarla al máximo, bebimos sin control, mamá estaba ebria, todos lo estábamos, excepto Javier.

—¿Quién es Javier?

—Era... mi hermanito, tenía tan solo cinco años, solo cinco—mi voz se mezcla con llantos, lágrimas empiezan a escapar de mis ojos y siento que mi voz ya no sale, pero quiero contarlo todo, es mi momento de desahogo. Puedo hacerlo, no puedo drogarme para siempre.

—¡Ven aquí! —exclamó abriendo los brazos, y yo otra vez me acosté sobre su pecho, es como el lugar perfecto para descansar. Descansar un poco después de cargar con un vacío que no se puede llenar—podemos ir a tu casa si quieres, ya hay que dejar este lugar vacío.

Eso me pareció genial, un poco de tiempo me facilitará más las cosas.
Son alrededor de las seis de la mañana.
Salimos de allí y tomamos el camino hacia mi departamento en mi vehículo, traer dolor de cabeza conduciendo me trae muy malos recuerdos; pero debo luchar con ello y no causar la muerte de la chica Stripper.

MEPHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora