Capitulo 5

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Carol
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—Vaya, vives en una mansión, conduces un Mercedes-Benz, hueles a perfumes Gucci, ¿Qué más? ¿Consumes heroína?—me burlo de la riqueza del drogadicto.

—Oye, detente por favor, solo... solo sígueme.—dice irritado caminando en una entrada con pequeños arbustos bien cuidados y diseñados.

—¿Con quién vives aquí?—pregunto con curiosidad mientras admiro las rosas de su jardín que están más cuidadas que las de mi abuelita.

Esta vida no parece la de un drogadicto.

—Con Andrea, oye, —se rasca la cabeza expresando incomodidad—¿Puedo...tomarte de la mano?

—¿Qué?—fue lo único que me salió decir a pesar de que había oído fuerte y claro lo que dijo.

Él sin pensar se detiene y me toma de la mano. Ahora parecemos dos recién casados entrando a su nuevo hogar. Excepto porque visto un chaquetón negro de cuero, pantalón negro y botas negras, nada parecido a una recién casada, más bien a la esposa de un narcotraficante, entonces diría: dos mafiosos entrando a su nuevo hogar después de años de tráfico, sí, eso parecemos.

Entramos por una gran puerta marrón y a unos metros hay una escalera justo en medio de la casa que al parecer lleva al próximo piso.

Nos dirigimos hacia la izquierda a una cocina muy lujosa con una decoración marrón con negro. Nuestros pasos llamaron la atención y una señora vestida como sirvienta hizo su aparición con apariencia molesta.

—Andre, lo siento. Juro que iba volver anoche, pero tuve un problema.—dice el drogadicto colocando su otra mano libre en el hombro de la señora.

—Joven Aaron, NO PUE...DE TRAER MÁS MUJERES AQUÍ.—regaña la señora en un tono bajo, pero severo.

—Está bien Andre, adiós.

¿Avergonzada? sí, estoy muy avergonzada, este idiota debe haber traído tantas mujeres que la pobre señora ya no soporta más recoger condones en su cuarto, claro, si es que usa eso.

Seguimos agarrados de mano, quisiera soltarlo, pero no puedo, ¿bajo qué excusa?, ¿celos?, no, no somos nada, simples conocidos por cuestiones de drogas.

Creí que saldríamos de su casa, pero estamos subiendo las escaleras, yo solo me estoy dejando llevar, ya ni quiero hablarle, estoy enfurecida, ni siquiera sé por qué.

Caminamos por un pasillo con seis puertas, tres de cada lado y entramos a una última que queda al final del pasillo, creí que sería el típico cuarto desordenado de un drogadicto, pero es el cuarto masculino más ordenado que he visto, al entrar me soltó la mano y se deshizo de su chaqueta y la guardó en un armario que al abrirlo pude percibir lo organizado que estaba; es un gran espacio, hay cortinas negras en lo que aparentemente es el balcón, alfombra negra cubriendo casi todo el piso, una mesa de noche negra, lo único blanco en este lugar es la cabecera de la cama. Hablando de la cama, esta parece la de al menos cinco personas, por lo enorme que es.

—Nena, siéntate en el sillón, en la cama, donde quieras.—dice, mientras enciende la televisión que está en la pared en línea recta con la cama, para al final lanzarse a la cama.

me siento en un sillón que queda justo al lado de la cama, viendo a un chico realmente hermoso, que tiene una vida lujosa, sin embargo se droga porque igual tiene problemas.

Mi abuela siempre dice: El dinero es lo último que se necesita para ser feliz. aquí tengo un ejemplo vivo.

—¿Me trajiste a ver televisión, Aaron?—cuestiono cruzando las piernas.

—Solo acuéstate y relájate.—señala con golpecitos un espacio a su lado.

—Lo siento, cariño, pero no soy una chica del instituto con la que puedes tener un romance viendo Netflix en tu lujosa mansión.—diciendo esto último, ya sostuve mi cartera y me iba dirigir a la puerta cuando me detiene diciendo un «por favor, quédate.»

                              [***]

Vamos por el segundo capítulo de una tal serie llamada "Dark" él tiene la cabeza sobre mi pecho y brazo izquierdo que también acaricia su cabello, hay un bol hondo lleno de palomitas de maíz al alcance de cada uno y dos vasos de gaseosa en su mesa de noche, todo fue magia de la señora de la cocina. Al parecer le caí bien, me sonreía bien bonito. No quiero arruinar esto hablando del tema por el que realmente vinimos, así que eso tendrá que esperar.

Es obvio que Aaron quiere drogarse, no para de frotarse la nariz que hasta enrojeció y no está disfrutando de la serie, incluso está temblando un poco, un buen poco diría.

Bueno, yo tampoco disfruto esto, no acostumbro a hacer estas cosas; no tuve esas juventudes de cines, junte de amigos, fiestas decente... nada de eso.

—¿Es normal que no quiera drogas estando a tu lado?

Me río a lo bajo sin siquiera responder.

—¿Qué es gracioso?—pregunta ahora viéndome, apoyando su mejilla de su palma y codo de la cama.

—Eres muy malo coqueteando o mintiendo, solo mírate la nariz—me burlo sin verle la cara y lanzando palomitas una por una a mi boca.

—¡Mierda! me voy a bañar, ¿me esperas?

—Claro que sí.—respondo con sarcasmo, porque ambos sabemos que es para poder drogarse, pero ni eso pudo notar.

En cuanto se movió de la cama y fue a «ducharse» reviso su cartera que lo vi guardar bajo su almohada al acostarse, tomo todo el dinero que encuentro, unos ciento setenta dólares y me marcho de su hogar pagando un taxi al salir. Claramente no iba dar todo este tiempo de mi vida gratuitamente.

Notica:  Holaa, sé que es un muy corto capitulo, pero esto fue dedicado a conocer más la vida de Aaron y un poco la personalidad de Carol. Voten y comenten, eso siempre se les agradece mucho.

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